El Departamento de Estado especificó en un comunicado que “EE.UU. no permitirá las visitas a Cuba a través de embarcaciones de pasajeros y embarcaciones recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones privados y corporativos”.
A pesar de las nuevas restricciones, los vuelos comerciales podrán seguir operando entre EE.UU. y Cuba. Según explicó a Efe una portavoz del Departamento de Estado, el Ejecutivo ha decidido mantener los vuelos comerciales porque suelen ser usados por los cubano-estadounidenses para visitar a sus familias en la isla, mientras que los cruceros se usan para hacer turismo, algo que los estadounidenses tienen prohibido por ley.
En concreto, esa fuente indicó que EE.UU. ha decidido prohibir los viajes en crucero y yate, así como los vuelos privados y corporativos para impedir que “el régimen cubano y sus servicios militares, que controlan la industria del turismo en Cuba, accedan a dólares estadounidenses”.
En Cuba muchos de los hoteles son propiedad de empresas controladas por las Fuerzas Armadas y gestionados en régimen de empresa mixta por corporaciones extranjeras, como el grupo Meliá, con sede en España.
Las restricciones sobre los cruceros entran en vigor hoy mismo, especificó el Departamento de Comercio en un comunicado. Entretanto, el Gobierno de EE.UU. anunció hoy que, a partir del 5 de junio, los estadounidenses tendrán prohibido hacer viajes culturales y educativos de contacto con el pueblo cubano, conocidos en inglés como “people to people” y que habían permitido a miles de personas visitar la isla desde el deshielo iniciado en 2014.
Ese acercamiento impulsado por el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, facilitó los viajes a Cuba e impulsó el negocio a las aerolíneas y cruceros que comenzaron a hacer trayectos comerciales entre los dos países.
El Gobierno del presidente de EE.UU., Donald Trump, alega que las nuevas restricciones buscan hacer frente al “papel desestabilizador” de Cuba en Latinoamérica, especialmente por su apoyo al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega.
Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, Trump ha endurecido la política hacia Cuba con reducciones del personal diplomático, la activación de una ley que permite demandas en tribunales estadounidenses por bienes expropiados tras la Revolución y sanciones a los hoteles de la isla, aumentando el alcance del embargo económico y comercial.