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Ocurre que Rousseff descartó celebrar alguna ceremonia en lo que parece ser su último día de gestión durante el cual permanecerá en su despacho del tercer piso atendiendo “asuntos internos”, según informó hoy la oficina de prensa de Presidencia. La mandataria sólo se reunía hoy con su asesor personal Giles Azevedo, mientras diseña su estrategia de “resistencia democrática” frente a un eventual gobierno interino de MichelTemer, actual vicepresidente.
En los últimos meses, Rousseff dejó de lado su antiguo estiloaustero, caracterizado por una relación distante con el públicoy el perfil gerencial. Fue así que en las últimas semanas dejó los actos solemnes para cambiarlos por eventos con los campesinos sin tierra, los profesores, los intelectuales, en los que el público desbordó las instalaciones del predio.
Oradora poco dotada e insegura, Dilma fue ganando más confianza en sus discursos, a fuerza de tan repetidos. El último de estos mítines en el Planalto se realizó el lunes pasado cuando en medio del evento llegó la noticia de que el titular de la Cámara de Diputados había anulado el “impeachment”.
Hubo una explosión de júbilo de los militantes que Rousseff no pudo disciplinar, y finalmente ella también soltó una carcajada de alegría. Fue un festejo efímero, puesto que horas más tarde el Senado rechazó esa moción surgida de la Cámara baja y el proceso retomó su curso que concluía este miércoles con la votación en el Plenario.