Al menos 58 personas dejaron la organización y hablaron públicamente de ello desde enero de 2014, según un estudio del centro de investigación de la radicalización (ISCR) del King’s College de Londres. El estudio afirma que 17 desertaron en junio, julio y agosto, y que representan sólo “una pequeña fracción” de la cifra total, porque la mayoría temen hablar.
El ISCR pidió a los gobiernos que faciliten el testimonio de los desertores y no los amenacen con detenerlos, porque podrían servir para disuadir a muchos de unirse a la organización. Quienes hablaron dijeron que acabaron hartos de matar a musulmanes suníes como ellos, incluyendo a civiles, y de la incapacidad de Estado Islámico de confrontar el régimen sirio del presidente Bashar Al Assad. “Las voces de los desertores son claras y firmes: ’Estado Islámico no está protegiendo a musulmanes, los está matando’”, afirma el informe.
“Los musulmanes están combatiendo a musulmanes. Assad está olvidado. La yihad está patas arriba” , dijo un desertor alemán, identificado como Ebrahim B., que afirmaba hablar en nombre de una veintena de yihadistas que viajaron a Siria y quedaron decepcionados.
Los líderes de Estado Islámico consideran enemigos a los otros grupos yihadistas, incluyendo a la organización satélite de Al Qaida, Jabhat al-Nusra, y se han enzarzado en brutales batallas contra ellos. Los desertores interrogados en el informe son de 17 países, en muchos casos occidentales. Muchos que intentaron abandonar antes que ellos fueron ejecutados por “espías” y “traidores”, explicaron sus antiguos camaradas.