Según el comunicado del Ministerio del Interior, difundido por la agencia oficial SPA, los contrabandistas saudíes Suleiman al Masudi y Ahmed bin Saifan fueron ejecutados en la región de Tobuk, en el noroeste del país.
Mientras, el jordano condenado por narcotráfico, identificado como Aid Mohamed al Tayaha, fue decapitado en la zona de Al Yuf, también en el noroeste del reino.
La ejecución del otro saudí Qosadi Atudi, que asesinó a un hombre por estrangulamiento -con la complicidad de otra persona que falleció-, se llevó a cabo en la región meridional de Yazán.
Por último, el ciudadano catarí Mohamed al Yarbue, sentenciado a la pena capital por asesinar a un saudí con un fusil en una riña, fue decapitado en la provincia de Al Ehsá (este).
Las condenas a muerte fueron dictadas por tribunales penales, confirmadas por las cortes de Apelación y Casación y aplicadas tras una orden del rey saudí, Salman bin Abdelaziz.
En el reino saudí se cumple estrictamente la ley islámica o “sharía”, que castiga con la pena capital a los culpables de asesinato, contrabando de drogas, hechicería y otros delitos.
Las organizaciones de derechos humanos han denunciado que desde la llegada de Salman bin Abdelaziz al trono hace poco más de un año se ha disparado la aplicación de la pena capital, que pasó de 87 casos en 2014 a 153, en 2015
Solo el pasado 2 de enero, las autoridades ejecutaron a 47 personas, entre ellas el clérigo chií opositor Nimr Baqir al Nimr, lo que desató una grave crisis diplomática con Irán y duras críticas internacionales.