Esta urbe industrial de 700.000 habitantes, a unos 700 kilómetros al sureste de Moscú, se llamaba Simbirsk antes de que se le cambiara el nombre en honor a Vladiir Ilitch Ulianiv, llamado Lenin, tras su muerte en 1924.
Durante décadas, esta ciudad, que no reviste ningún interés arquitectónico particular, se convirtió en un punto de paso obligado para los turistas de los países del bloque socialista.
“Antes de la revolución, Simbirsk era una ciudad pequeña banal”, explica Evgueni Lytiakov, un militante comunista que afirma que, si Ulianovsk creció, fue únicamente porque Lenin había nacido allí.
A orillas del Volga, donde se levantó el memorial Lenin, una escultura vegetal gigantesca representa el nombre del líder de la Revolución de Octubre de 1917.
Dentro, las alfombras rojas cubren los 4.000 metros cuadrados de salas de exposición, donde los visitantes pueden observar una máscara funeraria de Lenin y admirar una inmensa maqueta de la URSS.
Lo único moderno que allí puede encontrarse es una gigantesca fotografía de Vladimir Putin, que visitó el lugar en 2002.
El museo, durante mucho tiempo financiado por el Partido Comunista, recibía en sus buenos tiempos hasta 5.000 visitantes diarios.
Pero “todo se hundió repentinamente” tras la caída de la URSS, cuenta, desolado, su exdirector, Valeri Perfilov, que sigue trabajando allí pese a sus 70 años.
“Nos hemos visto sin financiación. Si bien durante el periodo soviético Lenin era idolatrado, deificado, en los años 1990 fue diabolizado”, añade.
El museo está financiado ahora por el ministerio de Cultura regional y su actual directora, Lidia Larina, admite que el conjunto, que incluye una sala de espectáculos, está “desfasado”, si bien recibe 500.000 visitantes anuales, según cifras oficiales.
Lidia Larina prevé una cura de rejuvenecimiento del museo en 2020, aportándole un toque interactivo y dotándolo de un restaurante y una cafetería.
Las exposiciones también se han modificado y ahora se enfocan más en la infancia de Lenin que en su carrera política.
Entre los numerosos museos de Ulianovsk dedicados a Lenin, el “Museo-Reserva de la tierra natal de Lenin” es el segundo más importante. Sufragado con fondos federales, tiene otro objetivo: sumergir al visitante en la atmósfera del Simbirsk de la época de Lenin.
Se trata de un museo al aire libre, constituido por edificios de madera pintada en el barrio en el que Lenin pasó su infancia. “La misión de nuestra organización es preservar este rincón del viejo Simbirsk” , explica su directora adjunta, Oxana Solovei.
El museo recibe 200.000 visitantes al año, principalmente locales, explica, lamentando no ver a “tantos turistas extranjeros como en la época soviética” .
Además, propone una lectura más sombría de la Revolución, con una exposición que muestra los saqueos y los ataques cometidos por los prisioneros liberados o antiguos soldados en 1917.
“Incluso caminar por la calle era peligroso. En 1917, el toque de queda comenzaba a las 18:00”, indica Elena Bespalova, una de las responsables del museo.
En la actualidad, Ulianovsk intenta promover a otras personalidades locales, como el escritor Ivan Goncharov, nacido en Simbirsk en 1812. En 2003 se llegó incluso a plantear un proyecto para cambiar el nombre de Ulianovsk a Oblomovsk, por el héroe más conocido de Ivan Goncharov, aunque la idea enfadó profundamente a los militantes comunistas y fue desechada.
“Algunas personas en el poder serían felices haciendo desaparecer todo lo que recuerda a la Revolución de Octubre y Lenin”, suelta el militante comunista Evgueni Lytiakov.
Cien años después de la revolución, el nombre de Lenin no despierta grandes pasiones entre la juventud local. “Decimos de Ulianovsk que es la tierra natal de Lenin pero las generaciones jóvenes han pasado a otra cosa”, reconoce Elena Bespalova.
Así, un equipo de jóvenes diseñadores ha creado una serie de ’souvenirs’ de Ulianovsk en forma de tazas, postales o imanes que presentan una “visión alternativa” de la ciudad.
En una de las postales, el eslogan “Ulianovsk, tierra de talentos” va acompañado de los dibujos de veinte celebridades locales, incluido Ivan Goncharov.
Que falte Lenin no se debe a un olvido, asegura Natalia Chebarkova, una de las diseñadoras de las postales. “No tenemos nada contra él, pero hay que decirle a la gente que Ulianovsk no es solo Lenin y la URSS”.