La decisión, dijo el organismo, se adoptó luego que el Observatorio Vulcanológico de los Andes del Sur (OVDAS) determinara que la actual calma del volcán se ha convertido en una tendencia.
“ La actividad volcánica, después del pulso eruptivo de la madrugada del 3 de marzo, ha disminuido notoriamente tanto en su registro sísmico -con valores aún por debajo de su nivel base-, como en las observaciones visuales provenientes del cráter principal ” , comentó el director del Sernageomin, Rodrigo Álvarez.
Según el organismo, la fase más energética del proceso eruptivo culminó y los bajos niveles de sismicidad indican una ausencia del lago de lava o de la dinámica de fluidos en sectores superficiales.
Además, las observaciones desde el aire muestran una reducida actividad a nivel del cráter principal, lo que sugiere que el proceso eruptivo entró en una fase de descenso.
No obstante, debido a las condiciones de inestabilidad observadas en las laderas del edificio volcánico, que implica eventuales caídas de bloques o desprendimiento de materiales hacia los sectores más bajos, “ recomendamos mantener la restricción de acceso en un radio de exclusión de cinco kilómetros en torno al cráter ” , dijo Álvarez.
Unas 4.000 personas fueron evacuadas el 3 de marzo tras la erupción del Villarrica, que estaba bajo alerta amarilla desde el pasado 6 de febrero debido a un aumento de la actividad sísmica.
También se suspendieron las clases y se cerraron al tráfico de vehículos varios caminos de la zona, pero la normalidad ha retornado de manera paulatina y los evacuados han comenzado a regresar a sus casas.
El Villarrica, de 2.847 metros de altitud, es considerado uno de los volcanes más activos de Latinoamérica y sus erupciones han causado la muerte de más de 300 personas y arrasado con varios pueblos en los últimos cien años.