Ante los invitados, entre los que figuraban autoridades del estado federado de Turingia, eurodiputados y representantes diplomáticos de 13 países europeos, el presidente del Consejo Central de Alemania de los Sinti y Roma (denominaciones utilizadas para referirse al pueblo gitano), Romani Rose, llamó a oponerse a las derechas populistas y las fuerzas nacionalistas "que amenazan el legado de las víctimas" del nazismo.
"En toda Europa los populistas de derechas caldean los ánimos contra las minorías e intentan, con sus consignas, llegar al centro de la sociedad. Amenazan así el legado de las víctimas a las que hoy recordamos", dijo bajo una fuerte nevada durante el acto conmemorativo celebrado en el antiguo patio de revista del campo.
Calificó de "obligación de toda la sociedad" la lucha contra el racismo hacia la población gitana, el antisemitismo y cualquier forma de fobia contra un grupo determinado de personas.
"Por eso les llamo unidos y con todas las fuerzas a enfrentarnos a cualquier intento de destruir nuestra convivencia pacífica, de dividir nuestra comunidad de valores democráticos y de borrar el recuerdo a las víctimas de la tiranía nacionalsocialista", dijo.
Expresó su preocupación por el notable giro a la derecha en Europa, la "encrucijada" en la que se encuentra la Unión Europea, entre otras razones por "el caos en torno al 'brexit'" y la erosión de los valores democráticos.
La incertidumbre de las personas "agudiza la búsqueda de chivos expiatorios y crea un clima social que rebaja el umbral para actos de violencia", en los que los "miembros de minorías siempre son las primeras víctimas", dijo.
"De nuestra historia sabemos que la amenaza vital a las minorías supone siempre asimismo una amenaza a nuestra sociedad como un todo", subrayó, y llamó a defender los valores democráticos y los derechos humanos.
Se dirigieron asimismo a los asistentes Alojzy Maciak y Vasile Nuszbaum, supervivientes de Buchenwald y vicepresidentes, respectivamente, para Polonia y Rumanía del Comité Internacional Buchenwald-Dora y Comandos (IKBD), así como su presidente, Dominique Durand.
Tras los discursos, cinco supervivientes del campo leyeron en varios idiomas el juramento de Buchenwald a favor de la "la construcción de un mundo nuevo en paz y libertad".
Alrededor de 250.000 personas estuvieron recluidas en Buchenwald y sus numerosos anexos entre julio de 1937 y abril de 1945, de las cuales unas 56.000 murieron en ese campo y otras 20.000 más sólo en el del Mittelbau-Dora.
En la mañana del 11 de abril de 1945, las tropas estadounidenses libraron una batalla con los soldados de las SS, que emprendieron la huida; en Buchenwald quedaban vivas, pero en condiciones deplorables, unas 21.000 personas, entre ellas mil niños y adolescentes.