“La destrucción tuvo lugar en el aire y los fragmentos resultaron desperdigados por una superficie de cerca de 20 kilómetros cuadrados”, dijo Víctor Sorochenko, director ejecutivo del CAI, a la prensa rusa tras visitar el lugar del accidente.
Con todo, aseguró que “es todavía pronto para sacar conclusiones” sobre las causas de la tragedia aérea, la mayor en la historia de Rusia.
Según testigos oculares, el avión de la aerolínea rusa Kogalimavia (Metrojet) , un Airbus A-321, ya ardía en llamas antes de chocar contra la tierra.
El antiguo director de la citada compañía, Serguéi Mordvintsev, aseguró hoy que los aparatos de esa clase de la aerolínea nunca habían sufrido problemas técnicos.
“El A-321 es un aparato seguro. Durante su período de explotación sus motores nunca experimentaron ningún problema”, dijo a la agencia Interfax.
Tanto las autoridades rusas como las egipcias descartaron un posible atentado terrorista como causa del accidente, como ocurriera en el caso del Boeing malayo que fue derribado en 2014 por un misil en el este de Ucrania.
Técnicos de ambos países han procedido al análisis de las cajas negras del avión que, según el ministro de Transporte ruso, han sufrido “daños técnicos menores”.