A sus 64 años, Sanae Takaichi se convierte en la quinta persona en liderar Japón en igual número de años, en medio de una intensa inestabilidad política. Asume el gobierno al frente de una frágil coalición y una agenda apretada, que incluye la próxima visita del presidente estadounidense, Donald Trump.
La histórica designación de Sanae Takaichi personifica un cambio profundo en la política japonesa y abre la puerta a una mayor representación femenina en el poder. La esperanza de muchos japoneses es que esta decisión marque el inicio de una nueva era en la vida política del país.
Lea más: Sanae Takaichi se convierte en la primera mujer en ser primera ministra de Japón
El Parlamento japonés eligió a Takaichi, una admiradora de Margaret Thatcher, como primera ministra luego de que conquistara la mayoría en la primera ronda de votaciones, un resultado que marca un hito en la política japonesa.
Desafío urgentes
Asumió oficialmente el cargo en una audiencia con el emperador Naruhito esta mañana.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Sanae Takaichi, quien en su juventud fue baterista de heavy metal, fue seleccionada el 4 de octubre como líder del Partido Liberal Democrático (PLD), la formación que domina la política japonesa desde hace siete décadas aunque últimamente con un apoyo menguante. Pocos días después, su minoritario aliado, el partido Komeito, abandonó la coalición por desacuerdos ideológicos y un escándalo de financiamiento que salpica al PLD.
Obligada a buscar nuevos apoyos, Takaichi selló una alianza con el Partido Innovación de Japón (PIJ) apenas ayer, allanando el camino para su histórica investidura.

En su primera declaración, la nueva primera ministra destacó su compromiso de “fortalecer la economía japonesa y reorganizar a Japón como un país responsable para las futuras generaciones”. Takaichi, conocida por su carácter firme y convicciones claras, también ha prometido aumentar la participación femenina en el gobierno japonés.
Lea más: La nacionalista Sanae Takaichi busca ser la primera ministra de Japón
Un gabinete con más mujeres
Entre sus promesas, Takaichi anunció que su gabinete contará con un nivel de representación femenina similar al de los países nórdicos, en contraste con la escasa presencia de mujeres en gobiernos anteriores.
Entre las posibles designaciones figuran Satsuki Katayama, para el ministerio de Finanzas, y Kimi Onoda, japonesa-estadounidense que podría asumir como ministra de Seguridad Económica.
Este avance es crucial en un país donde las mujeres apenas ocupan el 15% de los escaños en la Cámara Baja y donde las juntas directivas están dominadas por hombres. Según el Informe Global sobre la Brecha de Género 2025, Japón ocupa el puesto 118 de 148 en igualdad de género.
Takaichi ha manifestado su deseo de crear conciencia sobre los problemas de salud femenina, incluso compartiendo públicamente su experiencia con la menopausia. Sin embargo, sostiene posiciones conservadoras en otros ámbitos y se opone a reformar leyes tradicionales sobre los apellidos de las parejas y la sucesión imperial exclusivamente masculina.
Relaciones internacionales
Entre los desafíos que esperan a la nueva líder figuran la resolución del acuerdo comercial con Estados Unidos en el marco de la guerra arancelaria, la presión para reducir la dependencia energética rusa y el compromiso de aumentar el gasto en defensa, demandas que el presidente Donald Trump traerá en su próxima visita.
A nivel interno, Takaichi deberá afrontar la caída de la población y reactivar la economía japonesa. Su coalición minoritaria exigirá alianzas en el Parlamento para avanzar en la agenda legislativa.
Lea más: Von der Leyen felicita a Takaichi por su histórica elección como primera ministra de Japón
Históricamente defendió la flexibilización monetaria y el gasto público, siguiendo el ejemplo del ex primer ministro Shinzo Abe, lo que ha provocado recientes subidas históricas en la bolsa nipona tras su victoria.
Sobre China, Takaichi ha calificado a Pekín como una “amenaza a la seguridad” y ha pedido una postura más firme por parte de Tokio, aunque en las últimas semanas ha moderado sus declaraciones y evitó rendir homenaje en el polémico santuario de Yasukuni.
