Las directrices, publicadas este miércoles por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, establecen normas diferenciadas según el nivel de automatización del vehículo y se subraya la necesidad de garantizar la seguridad y los derechos de los usuarios.
Las directrices identifican tres tipos de conducción automática: la asistencia avanzada, en la que el conductor humano sigue siendo el principal responsable; la conducción automática con limitaciones, donde la responsabilidad puede recaer tanto en el usuario como en el sistema, según el contexto; y la conducción completamente autónoma (nivel 5), en la que el sistema asume la responsabilidad principal.
El documento establece cuatro principios fundamentales: centrarse en las personas y su bienestar, priorizar la seguridad y la vida, garantizar la equidad y evitar sesgos, y proteger la información mediante transparencia y consentimiento informado.
Asimismo, define cinco requisitos generales para el sector: cumplimiento normativo, mejora de la eficiencia, gestión del riesgo, capacidad de ajuste y protección de la privacidad.
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Uno de los aspectos destacados del texto es la exigencia de que los desarrolladores y fabricantes tomen precauciones frente a posibles daños humanos en "situaciones extremas" durante la operación del vehículo.
El documento desaconseja asimismo la difusión de "afirmaciones exageradas o imprecisas" sobre las capacidades de los sistemas, señalando que estas pueden generar "pánico" entre los consumidores y "erosionar la confianza social" en la tecnología.
Con políticas como ‘Made in China 2025’ y el ‘Plan de Desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA)’, el sector de conducción autónoma ha experimentado un crecimiento notable pese a desafíos regulatorios y tecnológicos.
Empresas locales como Pony.ai, Baidu y Huawei lideran el desarrollo de soluciones de conducción dentro del país asiático.