La compatriota detenida en Brasil fue identificada como Ana Lucía Ferreira, alias “Ana Paraguaya”, quien ostentaba una vida de lujos en redes sociales, lo que ayudó a la investigación.
Durante el procedimiento fue incautado un vehículo importado, según los reportes del vecino país.
Actividades criminales detectadas por la policía
En las redes sociales, Ana mostraba una vida lujosa, desvinculada de su auténtica fuente de ingresos. Durante una intervención policial, se incautó un automóvil importado que utilizaba.
Detrás de sus deslumbrantes publicaciones, se encontraba una operación que las autoridades consideraban estratégica.
Las investigaciones indican que ella era quien negociaba con proveedores y coordinaba el transporte ilegal hacia Río de Janeiro.
La policía asegura que su operación duró al menos una década, utilizando rutas terrestres que atravesaban Ponta Porã (MS), Minas Gerais y São Paulo, culminando en favelas cariocas, con camiones que aparentaban llevar cargas legítimas.
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El delegado Pedro Cassundé, a cargo de la investigación, aclaró que Ana nunca fue “formalmente bautizada” en el PCC, pero había consolidado una red de contactos gracias a sus relaciones con individuos clave del crimen organizado.
“Desarrolló conexiones extensas con proveedores y transportistas. Desde al menos 2020, suministraba a Río de Janeiro”, explicó.
Esta conexión entre el PCC y el Comando Vermelho surgió de un elemento oculto que, a lo largo de los años, acumuló vasta experiencia por sus relaciones cercanas con líderes del PCC que controlaban la frontera.
Evidencias y detenciones recientes
La policía divulgó videos donde se ve a criminales exhibiendo fusiles con silenciadores y municiones de alto calibre, además de grandes cantidades de dinero.
Estas armas se destinaban a abastecer las favelas de Río. Ana Lúcia Ferreira, conocida como Ana paraguaya, está en el centro de esta investigación.
Otro nombre clave identificado fue Gustavo Miranda de Jesús, arrestado en la Pavuna, zona norte de Río. Es señalado como el cerebro financiero de la banda, acusado de lavar dinero del tráfico a través de eventos en comunidades, empresas ficticias o legítimas, y cuentas bancarias de familiares.
En audios obtenidos por la policía, admite que ciertos establecimientos, como las cervecerías, se usaban exclusivamente para el lavado de dinero.
La policía señala que Gustavo Miranda movió más de 250 millones de reales con la organización criminal.
“Pagaba a proveedores, abría cuentas falsas, financiaba eventos y transfería dinero a distintos comercios para ocultar su origen ilícito”, explicó el delegado Vinícius Miranda.
La banda operaba en dos áreas: una para financiar el tráfico de armas y drogas, y otra para legítimamente disfrazar el dinero obtenido ilegalmente.