En un ambiente festivo, personas del colectivo LGTBI caminaron por las calles de la capital de Filipinas mostrando los característicos colores del arcoíris, pero también pancartas con mensajes reivindicativos para esta población, que goza de amplia visibilidad en la nación, lo que no se traduce en igualdad de derechos.
El desfile, que según los organizadores es el de más vieja data en Asia -desde 1996-, tuvo lugar dos días después de una manifestación similar en Manila, en la que algunos participantes terminaron a empujones con agentes de la Policía que custodiaban la actividad.

Además, el viernes, decenas de personas transgénero participaron en una graduación simbólica, en la que fueron llamados al estrado por los nombres con los que se identifican, algo que -denuncian- sigue siendo imposible en el país debido a las prohibiciones para cambiar sus documentos en los registros.
Pese a la fuerte influencia del cristianismo en Filipinas, donde casi el 80 % de la población se declara católica, el país asiático goza de una reputación de ser particularmente acogedor para la comunidad LGTBI.
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