Ni el Óscar salva a Masafer Yatta, población palestina un poco más cerca de ser erradicada

Patricia Martínez Sastre - Masafer Yatta (Cisjordania), 2 jun (EFE).- Tres meses después de haber ganado el Óscar por el documental ‘No Other Land’, el palestino Basel Adra reconoce que los colonos, respaldados por el Gobierno israelí, actúan aún con más violencia que antes contra su comunidad - Masafer Yatta -, y pide a la comunidad internacional que actúe.

MASAFER YATTA (CISJORDANIA), 02/06/2025.- El codirector israelí Yuval Abraham, del documental ganador del Óscar 'No Other Land', junto al palestino Basel Adra, habían convocado este lunes por sus redes sociales a la prensa internacional para enseñarles cómo, día tras día y al igual que gran parte de Cisjordania ocupada, su comunidad está siendo erradicada. Sin embargo, más de una decena de soldados y policías israelíes, apostados en las vías de acceso a esta localidad, al sur de la ciudad de Hebrón, impidieron a los periodistas llegar hasta ella y presenciar la destrucción causada. EFE/Patricia Martínez
MASAFER YATTA (CISJORDANIA), 02/06/2025.- El codirector israelí Yuval Abraham, del documental ganador del Óscar 'No Other Land', junto al palestino Basel Adra, habían convocado este lunes por sus redes sociales a la prensa internacional para enseñarles cómo, día tras día y al igual que gran parte de Cisjordania ocupada, su comunidad está siendo erradicada. Sin embargo, más de una decena de soldados y policías israelíes, apostados en las vías de acceso a esta localidad, al sur de la ciudad de Hebrón, impidieron a los periodistas llegar hasta ella y presenciar la destrucción causada. EFE/Patricia Martínez Patricia Martínez

“Saben que la comunidad internacional no está tomando ninguna media para detener esto, por lo que los colonos continúan con sus ataques, sus demoliciones y asentamientos ilegales”, dice Adra, rodeado por más de una decena de periodistas extranjeros a la entrada de Masafer Yatta.

Tanto Adra como el también codirector, el israelí Yuval Abraham, habían convocado este lunes por sus redes sociales a la prensa internacional para enseñarles cómo, día tras día y al igual que gran parte de Cisjordania ocupada, su comunidad está siendo erradicada.

Sin embargo, más de una decena de soldados y policías israelíes, apostados en las vías de acceso a esta localidad, al sur de la ciudad de Hebrón, impidieron a los periodistas llegar hasta ella y presenciar la destrucción causada.

“Tenemos una orden que dice que no podéis pasar”, dice a los periodistas un soldado con la cara cubierta con un pasamontañas. “Sí, sois considerados una alteración del orden público”, añade poco después, frente a la carretera cortada por más policías armados, coches y un vehículo blindado.

“¿Entonces no puedo llevar a invitados a mi hogar?”, pregunta Adra, pese a que para él este tipo de represión militar israelí, a la que se enfrenta desde hace casi tres décadas, es ordinaria.

“No detienen a los colonos, pero a vosotros no os dejan documentar lo que está sucediendo”, menciona Abraham, que lo compara con el veto que el Gobierno Israel ha impuesto a Gaza, a donde no ha entrado ningún periodista tras 19 meses de ofensiva bélica.

Otra aldea palestina arrasada

El pasado 5 de mayo, tropas israelíes irrumpieron y comenzaron a demoler con excavadoras casas, pozos de agua, graneros y a bloquear cuevas - donde también vivían vecinos - de la aldea de Jalat al Daba; una de las 12 que conforman la comunidad pastoril de Masafer Yatta, en cuya lucha por la supervivencia se basa el documental oscarizado.

Hace apenas dos días, colonos israelíes instauraron las primeras estructuras para asentarse de forma ilegal allí donde aún yacían las ruinas del 85 % de la aldea y, ayer domingo, el Ejército israelí declaró este área una “zona militar cerrada”, desalojó por la fuerza a residentes y detuvo a dos activistas internacionales que serán deportados.

Estas “demoliciones históricas” forman parte de un intento por lograr la “soberanía israelí en las Colinas del Sur de Hebrón”, escribió en Facebook Eliram Azulay, jefe del Consejo Regional homónimo que administra los asentamientos israelíes en esta zona.

Ahora, los colonos controlan gran parte de Jalat al Daba, donde aterrorizan a sus 120 residentes palestinos. Según Adra, se sientan frente a las aulas para que los niños no vayan a la escuela, roban comida y ropa de las cuevas que siguen sin ocupar y cortan el tendido eléctrico.

Su caso no es excepcional. Todas las aldeas de Masafer Yatta fueron declaradas por el Ejército israelí “zona de tiro 918” en los años 80, haciendo a sus habitantes propensos a ser expulsados de lo que Israel decidió convertir en un área de entrenamiento militar.

Tras décadas de litigio, el Tribunal Supremo de Israel aprobó el traslado forzoso de más de 1.000 residentes de estas aldeas en mayo de 2022, mientras que nuevos inicios de asentamientos (llamados en inglés ‘outposts’) - ilegales según el derecho internacional y la ley israelí - siguieron floreciendo en esta misma zona.

Desde octubre de 2023, más de 60 comunidades palestinas pastoriles han sido desplazadas a la fuerza en Cisjordania, según datos de la ONG Peace Now, y se han construido al menos 14 nuevos ‘outposts’ sobre sus ruinas o cerca de ellas.Las colonias israelíes en Cisjordania ya superan las 140, según Peace Now, pero hay además más de 260 ‘outposts’, incluidas granjas con ganado, dirigidas por colonos.

Los últimos 22 asentamientos fueron anunciados hace cuatro días por los ministros israelíes de Finanzas, el colono Bezalel Smotrich, y de Defensa, Israel Katz, quien dijo públicamente que servían para “impedir la creación de un Estado palestino que pondría en peligro a Israel”.

“La comunidad internacional nos está haciendo daño”, dice Abraham sobre cómo, pese a que países como Francia o Canadá han endurecido estos días su lenguaje, no se ha tomado ninguna medida para frenar el comercio o sancionar a Israel por sus políticas supremacistas.

“El Óscar ayudó a que la gente de fuera, en EE.UU. y Europa, entienda mejor qué ocurre y presione a sus gobiernos para que usen su poder, de una forma positiva, para forzar a Israel a que respete el derecho internacional”, añade Adra, que confiesa que “siguen esperando” a que esto ocurra mientras se les agota el tiempo.

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