Öcalan, fundador y líder del PKK, protagonista en el final de un conflicto histórico

Estambul, 12 may (EFE).- Abdullah Öcalan, fundador y líder del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), es la figura clave en el proceso que desembocó este lunes en el anuncio de la guerrilla de abandonar las armas.

Abdallah Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con sus guerrilleros en un campo de entrenamiento en la aldea de Helweh, en el Líbano, cerca de la frontera con Siria, en 1992.
Abdallah Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con sus guerrilleros en un campo de entrenamiento en la aldea de Helweh, en el Líbano, cerca de la frontera con Siria, en 1992.092628+0000 RAMZI HAIDAR

Öcalan, encarcelado en una prisión de alta seguridad turca desde 1999, prácticamente no tiene contacto con el mundo exterior, pero el PKK siempre lo ha reivindicado como su líder y guía ideológico, al menos en el plano teórico.

Fue precisamente un llamamiento del líder encarcelado, a través de una carta, lo que posibilitó el proceso de desarme.

Nacido en 1949 en una aldea de la provincia suroriental turca de Sanliurfa, de población mayoritaria kurda, Öcalan desarrolló sus primeros contactos con las ideas izquierdistas a comienzos de los años 1970, como universitario en Ankara, donde cursó estudios en Ciencias Políticas.

Junto a una veintena de compañeros fundó en 1978 el primer grupo izquierdista kurdo conocido como “Apocular” (seguidores de ‘Apo’, el apodo de Öcalan) y rebautizado como Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con el objetivo de crear un Estado independiente, unificando zonas de Turquía, Irán, Irak y Siria donde se concentra la población kurda.

Entre estas personas, figuraba también Kesire Yildirim, esposa de Öcalan, la única mujer que participó en la fundación del PKK.

Tras el golpe militar de 1980 en Turquía, Öcalan y sus seguidores abandonaron el país y lanzaron una campaña de reclutamiento de militantes, en especial en los países europeos, para brindarles entrenamiento militar en el valle Bekaa libanés, bajo control sirio.

Desde el exilio sirio precisamente dirigió entre 1984 y 1998 la lucha armada entre los rebeldes del PKK y las fuerzas de seguridad turcas.

En noviembre de 1998 Öcalan fue detenido en el aeropuerto de Roma cuando regresaba de Rusia, país que le había denegado el asilo político.

Pero Italia se negó entonces a extraditarle a Turquía por estar vigente en ese país la pena de muerte.

El Tribunal de Apelación de Roma le concedió un régimen de libertad controlada del que disfrutó hasta que Alemania actualizó su orden de búsqueda y captura por su presunta responsabilidad en un asesinato cometido en 1984 y por atentados perpetrados por el PKK.

En diciembre de 1998 fue puesto en libertad por la justicia italiana y en enero de 1999 abandonó el país en un periplo que acabó con su detención en Kenia por parte de los servicios de espionaje turcos.

En junio de ese año fue juzgado y condenado a muerte por un juzgado de Ankara, sentencia ratificada en octubre de 1999 por el Tribunal Supremo turco.

Finalmente la pena de muerte fue conmutada tres años más tarde por cadena perpetua, en el marco de las negociaciones entonces en curso para el ingreso de Turquía en la UE, en las que Ankara eliminó la pena capital de su legislación.

Desde entonces, Öcalan cumple su condena en régimen de aislamiento en la prisión de la isla de Imrali en el mar de Mármara, a 50 kilómetros de Estambul.

En marzo de 2013, tras autorizar el Gobierno turco la visita de una delegación del partido izquierdista prokurdo BDP, Öcalan declaró en una carta pública el fin de la lucha armada y el abandono de las aspiraciones independentistas, propuesta aceptada por el PKK, lo que tendría que haber llevado entonces al desarme.

Sin embargo, el proceso se truncó en verano de 2015, tras el fuerte avance electoral del partido prokurdo HDP, sucesor del BDP, que llevó a tensiones con el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

En otoño pasado volvió a arrancar un proceso similar, con mediación del DEM, siglas actuales del partido prokurdo, y el 27 de febrero, Öcalan publicó una nueva carta en la que reiteró su llamamiento a abandonar la lucha armada y a integrar la población kurda de Anatolia en la nación turca.

El PKK aceptó de nuevo, poniendo como única condición cierta “libertad de movimiento” de Öcalan para que pudiera dirigir un congreso de la guerrilla en la que se decidiera la disolución.

Aunque el Gobierno no respondió a esta petición, el PKK celebró un congreso en la zona del norte de Irak la semana pasada, tomando la decisión de disolverse, acorde a la indicación de su líder.

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