En la intimidad de la Capilla Sixtina, rodeado por sus hermanos cardenales reunidos en cónclave, Robert Francis Prevost, el recién elegido Papa, manifestó su consentimiento a la elección canónica.
Según lo previsto por el Ordo Rituum Conclavis, eligió el nombre de León XIV.
Prevost fue el cardenal primero del orden de los obispos quien recibió solemnemente su aceptación.
Luego, el Santo Padre se dirigió a la llamada “Sala de las Lágrimas”, donde dejó atrás las vestiduras púrpuras del cardenalato.
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El nuevo Papa, acompañado de Dios
Según relata prensa del Vaticano, Prevost vivió en la Sala de las Lágrimas un momento de profunda oración, en silencio... “No estaba solo. Lo acompañaba Dios, a quien suplicó la fuerza necesaria para asumir la misión que le ha sido confiada y vestir el blanco del sucesor de Pedro, abrazando espiritualmente a los cinco continentes", indica la información.