“No creo que suceda porque el Espíritu Santo es cierto que sopla donde quiere y como quiere, pero no hace tonterías y eso sería una gran tontería”, añade con ironía Cristóbal López Romero, de 72 años.
El purpurado atiende a EFE en una pausa de las congregaciones generales, las reuniones de los cardenales que preceden al cónclave. “Nos conocemos relativamente poco, debemos conocernos más y ese es el interés de pasar aquí todos estos días previos al cónclave, que comenzará sólo tras los nueve días de luto tras el funeral”.
El cardenal nacido en Almería, periodista y nacionalizado paraguayo, país donde pasó 18 años, explica que estos momentos se viven con mucha tristeza por la pérdida del papa Francisco, quien falleció el lunes con 88 años, pero “también con paz, con serenidad y con la alegría del reencuentro con tantos hermanos cardenales”.
“Y sobre todo, con una gran esperanza de que el Espíritu Santo estará, como siempre, en acción para guiarnos, ayudarnos para dar a la iglesia y al mundo. Un papá que verdaderamente al lado que esté a la altura. De lo que ahora se necesita”, espera el purpurado.
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Sobre cómo deberá ser el próximo papa, explica que “tiene que ser un buen cristiano, una buena persona que nos haga sentirnos conectados con las raíces de Jesucristo, pero también capaz de mantenernos tocando por los pies en el suelo la realidad del mundo y de la Iglesia, un papa que sea muy tradicionalista en el sentido de conectarnos con la tradición genuina que es el Evangelio”.
Pero también un pontífice que tenga también los ojos puestos en el Mediterráneo.
Unir a la iglesia
“El papa Francisco ha emprendido el proceso de unir todas las iglesias que están en torno al Mediterráneo para que este, que ahora es el mayor cementerio del mundo, como se suele decir por los migrantes que mueren en él, se convierta en un mar lleno de vida, como siempre lo fue”.
A la pregunta sobre si se ve como posible papa bromea: “Eso sería trágico para la iglesia. No creo que suceda porque el Espíritu Santo es cierto que sopla donde quiere y como quiere, pero no hace tonterías y eso sería una gran tontería”.
Y, retomando el tono serio, añade: “Ser papa es algo que me sobrepasa completamente, que está fuera de mis capacidades y de mis posibilidades. Muchos me lo han preguntado, pero me lo tomo así con un poco de humor, como hay que tomarlo, ¿no? Pero no, es una cosa seria”.
Sobre el hecho de aparecer en las listas de papables recuerda la máxima: “En mi caso se va a cumplir aquello de que el que entra al cónclave el papa sale cardenal. Y por eso no me disgusta que me pongan en las listas, porque mientras más se hable de mí, menos se realizará”.
Último cónclave
A sus 72 años cree “que será la primera y última vez” que entrará en la Capilla Sixtina para el cónclave, en el que sólo entran los purpurados de menos de 80 años.
“Tiene que ser impresionante encontrarse en ese ambiente que hemos visto en las películas, para mí al menos, pero de todas formas venimos preparándonos durante estos días y asumimos con espíritu de fe nuestra responsabilidad de dar nuestro voto a la persona que consideremos más adecuada para. Responder al servicio del sucesor de Pedro”.
“Espero que aunque nos tiemblen las rodillas, podamos con la fuerza del espíritu mantenernos en pie”, concluye.