Cargando...
Con un tablero global complejo, los recursos estratégicos son el nuevo campo de batalla de las potencias mundiales.
Estados Unidos avanza con sus negociaciones para un posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, que afrontan un conflicto bélico desde hace tres años.
Con el futuro pacto que pondría fin a la guerra, el presidente Donald Trump busca su primer punto estratégico en un contexto geopolítico marcado por la competencia por liderar la producción de los preciados semiconductores.
Trump busca con las negociaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el mandatario ucraniano, Volodimir Zelensky, no solo la paz entre Rusia y Ucrania, sino dotar y asegurar de recursos naturales, entre ellos las tierras raras - claves para el desarrollo tecnológico y que hoy están casi bajo control total de China.
La competencia por estos recursos naturales define el poder tecnológico y militar, y las industrias del futuro; mientras la Casa Blanca intenta reducir su dependencia de China en el provisionamiento de estas tierras raras.
Trump y el presidente ucraniano Zelensky tienen previsto reunirse mañana en Washington DC para rubricar el acuerdo por el que Ucrania compartirá sus recursos naturales con Estados Unidos.
El mandatario estadounidense repite que busca “recuperar el dinero”. “Quiero que nos den algo por todo el dinero que pusimos (...) Pedimos tierras raras y petróleo, cualquier cosa que podamos conseguir”, declaró esta semana.
Según refiere la agencia EFE, que replica una publicación del periódico ucraniano Kyiv Independent –al que tuvo acceso en exclusiva–, la versión final del futuro acuerdo especifica que “el Gobierno de Ucrania contribuirá al fondo –gestionado por ambos titulares pero con propiedad mayoritaria de EE.UU.– con el 50% de todos los ingresos que obtenga de la futura monetización” de todos los recursos naturales del país.
Inicialmente, el presidente Zelensky rechazó la propuesta de Trump, pero luego justificó los términos del acuerdo al reconocer que precisaba firmarla para garantizar el apoyo de EE.UU.
Según un artículo de AFP, Ucrania concentra alrededor del 5% de los recursos minerales del mundo, pero no todos son explotados o fácilmente explotables.
Por esto la mediación de Trump en el conflicto pasaría de ser más que gesto diplomático: asegurar la supervivencia como potencia hegemónica al garantizar las cadenas de suministro de estos minerales y metales esenciales, libres de la influencia de China que concentra el 80% de la producción global de tierras raras.
Las negociaciones iniciadas por Estados Unidos con Trump también tienen en la mira las reservas de Rusia, que abrió las puertas a futuros diálogos sobre el tema.
“Los estadounidenses necesitan tierras raras. Nosotros tenemos muchas”, aseguró el portavoz presidencial, Dmitri Peskov.
De hecho, el mismo presidente ruso, Vladimir Putin, no descartó negociar con la nueva administración estadounidense inversiones que conduzcan a la explotación de los minerales estratégicos en suelo ruso y en los territorios ucranianos anexados por Rusia en el marco del conflicto bélico.
Según el Ministerio de Recursos Naturales de Rusia, las reservas rusas de 29 metales raros suman unas 658 millones de toneladas, incluyen 28,5 millones de toneladas de metales de tierras raras.
Fronteras sudamericanas
Además de China, los países con mayor concentración de tierras raras son Rusia, India, Ucrania y Vietnam.
En el caso de Sudamérica, China lleva la delantera en la explotación y extracción de este y otros recursos naturales esenciales para la industria de las próximas décadas.
China emprendió una batalla silenciosa y de dominio de los recursos naturales en las fronteras de varios países de América del Sur, ricos en metales y minerales.
¿Cómo hará EE.UU. para recuperar terreno y no perder acceso a minerales que definirán el liderazgo tecnológico?
Latinoamérica, pero Sudamérica en particular, cuenta con una riqueza mineral incalculable y que es crucial para el desarrollo tecnológico, incluyendo el litio, el cobre, el cobalto y el níquel. En el caso del primero, por ejemplo, es esencial para la fabricación de baterías utilizadas en dispositivos electrónicos y automóviles eléctricos, sectores en los que tanto China como Estados Unidos están invirtiendo fuertemente; así como países que están acelerando su transición energética. Se estima que la demanda por estos minerales estratégicos irá creciendo. Un artículo reciente publicado en el sitio web de la Organización Mundial del Comercio (OMC) refiere que en los últimos cinco años, la importación de minerales estratégicos se duplicó.
La región sudamericana no solo es la mayor reserva de litio –clave para la fabricación de baterías–, sino también reservas de tierras raras y metales como el cobre. En el caso de las tierras raras, Brasil es el tercer país del planeta con mayores reservas.
El gigante sudamericano y el gigante del Asia mantienen actualmente sus relaciones de alto nivel definidas en una “Asociación Estratégica Global”, ratificada por los presidentes Lula da Silva y Xi Jinping en el marco de la última cumbre del G20 en Brasilia.
También Bolivia cuenta en el salar de Uyuni con al menos 21 millones de toneladas de litio. De momento no está siendo explotado, pero está en negociaciones. Por su parte, Chile es el segundo productor global de litio, con el 30% de las reservas, y líder en cobre: y Argentina integra lo que se conoce como el “Triángulo del Litio”. Inversores chinos tienen la mirada puesta en las reservas de Salta y Jujuy.
¿Qué son las tierras raras? Aunque su nombre podría significar escasez y existen en abundancia en determinados puntos del planeta, solo unos pocos países concentran las mayores reservas: China cuenta con unas 44 millones de toneladas, le sigue Vietnam con 22, Brasil con 21, Rusia con 10 e India con 7. También Suecia se ubica como el país europeo con las mayores reservas. Groenlandia, bajo sus capas de hielo, también tendría hasta el 25% de las reservas mundiales.
Las tierras raras cuentan con unos 17 elementos, desde el neodimio, el disprosio y el terbio, todos vitales para productos tecnológicos avanzados, desde teléfonos móviles hasta sistemas de defensa de alta precisión. Para separar estos elementos se requiere de un procesamiento complejo.