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John F. Kennedy estableció la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en plena Guerra Fría, buscando contrarrestar la influencia de la Unión Soviética. Creada en 1961, ha sobrevivido incluso a la caída de la URSS en 1991, y actualmente se ve como una herramienta para contrarrestar la influencia china y rusa.
Medidas recientes y su impacto
Desde el inicio de su mandato, Trump impuso una pausa de 90 días en la asistencia extranjera. Esto resultó en la inmediata suspensión de miles de programas internacionales, afectando severamente a varias regiones, particularmente en África subsahariana. Esta congelación también ha repercutido en América Latina, interrumpiendo servicios esenciales en países como México, Colombia y Guatemala.
Perspectiva de los críticos
En general, las opiniones sobre USAID están divididas entre los partidos políticos de Estados Unidos. Mientras que los republicanos suelen criticar la agencia por ser derrochadora, otros ven la asistencia internacional como crucial para la seguridad nacional.
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Las políticas de Rubio y las acciones del Congreso
Marco Rubio ha intentado mantener algunos programas operativos, asegurando que contribuyan a la seguridad del país. Además, ha habido esfuerzos legislativos para asegurar la transparencia en el uso de fondos por parte de USAID.
Elon Musk y su posición respecto a USAID
El Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por Elon Musk, ha criticado a USAID, calificándola de malgasto de recursos. Esta entidad ha impulsado iniciativas para reducir la burocracia y los gastos federales.
Percepciones del público estadounidense sobre la ayuda externa
Encuestas recientes revelan que un número significativo de estadounidenses considera que el gasto en ayuda internacional es excesivo. Sin embargo, también muestran que la mayoría de las personas sobreestima el porcentaje del presupuesto que se destina a este tipo de ayuda, creyendo que representa una porción mucho mayor del presupuesto federal.
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Posibilidad de eliminar USAID
Aunque los demócratas afirman que un presidente no tiene el poder constitucional para disolver USAID, se reconoce que, a través de congelaciones de fondos y otras tácticas, un gobierno puede limitar severamente su funcionamiento. Esto ya ocurrió durante el primer mandato de Trump, enfrentando objeciones legales y políticas.
