La empresa con sede en Osaka ha estado investigando si sus dispositivos fueron empleados en dichos incidentes, después de que algunos medios recogieran imágenes de dispositivos transmisores-receptores portátiles con su logo que habían estallado supuestamente en el Líbano.
Icom había indicado ya la semana pasada que los aparatos aparentemente involucrados en las explosiones podrían ser “walkie-talkies” modelo IC-V82, unos dispositivos que la empresa dejó de producir y de vender en todo el mundo en 2014.
La firma apuntó entonces a la posibilidad de que los aparatos en cuestión fueran falsificaciones de sus modelos o dispositivos descatalogados hace una década a los que se añadieron baterías modificadas.
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La empresa ha llegado ahora a la conclusión de que las posibilidades de que sus modelos fueran empleados en las explosiones son “extremadamente bajas”, debido a las “múltiples informaciones” que han salido a la luz sobre el tema, según indicó en su último comunicado sobre el tema.
“Walkie-talkies” no contaban con aprobación de autoridades nacionales
Icom ha tenido en cuenta, en particular, que el Ministerio libanés de Comunicaciones ha afirmado que los radiotransmisores que explotaron no contaban con la aprobación de las autoridades nacionales ni habían sido importados por un distribuidor autorizado.
La empresa subrayó asimismo que los aparatos involucrados en los incidentes no parecían contar con un adhesivo de identificación que demostrara su autenticidad, y señaló que ha confirmado la existencia de mercados en Oriente Medio donde se venden falsificaciones de sus dispositivos.
La firma nipona de telecomunicaciones únicamente vende sus productos en el extranjero en tiendas oficiales, y aplica un estricto control de sus exportaciones bajo la normativa de las autoridades japonesas.
Todos sus aparatos de radiotransmisión son producidos en Japón y cumplen las normativas de seguridad internacionales para el sector, según la firma, que añadió que no emplea en sus productos piezas de otros fabricantes.
Entre el pasado martes y el miércoles, la detonación en cadena de mensáfonos, “walkie-talkies” y otros dispositivos inalámbricos de comunicación de la milicia de Hizbulá respaldada por Irán causaron un total de 32 muertos y más de 3.200 heridos.