El año pasado, se estima que 2,3 millones de personas vivían con VIH en América Latina, donde el número de muertes relacionadas con el sida disminuyó un 28 % respecto a 2010, hasta un estimado de 30.000, aunque aumentó entre la población femenina de Costa Rica, El Salvador, México, Panamá, Paraguay y Perú.
El informe señala que se observa una alta prevalencia entre las poblaciones no migrantes afrodescendientes e indígenas en algunos países, como Brasil, Guatemala, Venezuela, Perú y Colombia, y las barreras geográficas y lingüísticas son algunos de los factores que afectan su acceso a los servicios.
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Por otra parte destaca que los países están teniendo que adaptar sus respuestas al VIH a los significativos movimientos de migrantes y refugiados en la región, al subrayar que la prevalencia del VIH en esta población es al menos el doble de la media regional.
Así, agrega, es necesario que los sistemas sanitarios de los países de destino y de tránsito integren a las poblaciones migrantes y ofrezcan un amplio seguro médico que incluya opciones de prevención, pruebas y tratamiento del VIH.
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La estigmatización dificulta el acceso a servicios: Paraguay está en la lista
El estigma relacionado con el VIH, el miedo a la deportación y el acceso limitado a servicios por parte de los migrantes y desplazados venezolanos, más de 6,5 millones en toda América Latina, tienen como consecuencia un insuficiente uso de los correspondientes servicios, señala.
Así, el estigma y la discriminación siguen perjudicando la salud y el bienestar de las personas que viven con el VIH o corren el riesgo de contraerlo, advierte Onusida.
Las encuestas del Índice de Estigma 2.0 realizadas en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay y Perú muestran que alrededor del 15% de los encuestados han sido víctimas de la estigmatización al buscar servicios relacionados con el VIH, y más de una cuarta parte -el 27 %- al intentar acceder a otros servicios sanitarios.
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Por otra parte, el 89% de la población en América Latina que vive con el VIH conoce su estado serológico, un 73% está en tratamiento y el 67% se considera suprimido viralmente.
Según el informe, en general, los programas de prevención del VIH en la región no son eficaces en llegar a las poblaciones con mayor riesgo de infección
A pesar de la mayor disponibilidad de profilaxis preexposición (PPrE), profilaxis postexposición y autodiagnóstico del VIH, la aceptación de estas opciones sigue siendo baja en comparación con otras regiones, agrega.
Así, sólo 204 000 personas utilizaron la PPrE al menos una vez en 2023, en comparación con el objetivo de 2,3 millones para 2025 en la región, lo cual sirve de recordatorio de la necesidad de fomentar la demanda y de implicar a las comunidades en la prestación de este tipo de servicios.
En tanto, la disponibilidad de recursos para dar respuesta al VIH se situó en 2023 en los 3.000 millones de dólares, lo que supone una brecha del 21% para alcanzar el objetivo de 2025.
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En el Caribe caen nuevas infecciones y muertes
En lo que respecta al Caribe, en los cinco últimos años ha habido pocos cambios en el número anual de nuevas infecciones, aunque respecto a 2010 la disminución fue del 22%, hasta unas 15.000 estimadas en 2023, de las cuales el 90% se registraron en Cuba, República Dominicana, Haití y Jamaica.
El año pasado, se estima que 340.000 personas vivían con VIH en el Caribe, donde también cayeron las muertes relacionadas con el sida -un 57%, hasta un número estimado de 5.100-, aunque se registró un preocupante incremente en Cuba, Belice, Guyana y Surinam.
El 85% de la población caribeña que vive con el VIH conoce su estado serológico, un 70% está en tratamiento y el 61% se considera suprimido viralmente.
En tanto, la disponibilidad de recursos para dar respuesta al VIH se situó en 2023 en 354 millones de dólares -134,4 millones en recursos domésticos y 224 millones en internacionales-.