La cumbre de la OTAN, que reunirá a sus líderes en Washington del 9 al 11 de julio, se celebrará en un ambiente enrarecido, dado que una victoria de Trump en las elecciones del 5 de noviembre se ve ahora más cerca que nunca tras la desastrosa actuación del actual presidente estadounidense, Joe Biden, en el debate electoral del 27 de junio.
Se espera que los jefes de Estado y de Gobierno debatan un mecanismo de apoyo financiero a largo plazo para Ucrania, pero Trump será el gran elefante en la habitación.
“No hay ninguna duda de que los líderes de la OTAN están preocupados”, dice a EFE Thomas Schwartz, profesor de Estudios Europeos de la Universidad de Vanderbilt.
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Trump es un viejo conocido para la Alianza. En su primer mandato, de 2017 a 2021, fue muy crítico con los aliados europeos, a los que acusó de no invertir suficiente dinero en Defensa, dañando una relación histórica que la Administración de Biden se ha centrado en reconducir.
Pero el contexto ahora es mucho más complejo por la guerra de Ucrania, que ha obligado a Estados Unidos y a los países europeos a coordinarse para armar a Kiev y frenar los planes expansionistas del Kremlin, pues creen que el presidente ruso, Vladímir Putin, no se conformaría solo con la anexión de Ucrania.
Hasta ahora las señales de Trump no han sido nada halagüeñas para los aliados. Los republicanos en el Congreso bloquearon durante meses la aprobación de más ayuda militar para Ucrania, enarbolando el lema trumpista de “Estados Unidos primero”.
El magnate neoyorquino dijo además en febrero que alentaría a Rusia a hacer "lo que le dé la gana" con los miembros que no cumplan el objetivo de gasto en Defensa de la Alianza
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Según el secretario saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, 23 de los 31 miembros de la OTAN (sin contar a EE.UU.) ya respetan el objetivo de invertir el 2 % del PIB, más del doble que hace cuatro años.
Ningún plan claro para Ucrania y la OTAN
Lo cierto es que Trump no ha esbozado en público ningún plan específico para el futuro de la guerra de Ucrania ni para la relación transatlántica.
En el debate con Biden, el republicano dijo que las condiciones de Putin para parar la guerra, que incluyen la anexión del este de Ucrania, "no son aceptables", pero acto seguido sostuvo que el conflicto jamás debería haber estallado y se quejó de que EE.UU. ha gastado mucho más dinero que los europeos.
Desde el inicio de la invasión rusa, Washington ha proporcionado más de 53.000 millones de dólares en armamento para Ucrania y los Veintisiete unos 40.000 millones.
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El profesor Schwartz apunta que "Trump es impredecible y sus planes dependerán de los asesores de los que se rodee".
Varios laboratorios de ideas vinculados al trumpismo ya están diseñando propuestas que están encima de la mesa del aspirante.
Un plan de estos grupos ultraconservadores es condicionar el envío de armamento a Ucrania a que el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, acepte sentarse a negociar la paz.
“Lo poco que sabemos es que Trump quiere un acuerdo. Quiere ganar el Nobel de la Paz y tener una foto con Putin y Zelenski dándose la mano”, dice a EFE Liana Fix, analista del Consejo de Relaciones Exteriores.
Pero un pacto así, según Fix, implicaría indudablemente la cesión de territorio ucraniano a Rusia, algo impensable por ahora.
En cuanto al futuro de la Alianza, si bien una salida de Estados Unidos es poco probable, una idea del entorno de Trump es crear una OTAN de dos velocidades, donde los países que incumplan con las aportaciones no gocen de las garantías de seguridad de Estados Unidos, que tiene el mayor Ejército de la Alianza.
Esto entraría en conflicto con el Artículo 5 de la OTAN, que establece que los aliados deben defender a cualquiera de sus miembros que resulte atacado por un tercer país.
La recomendación de Fix es que la UE se prepare para cualquier escenario: “Lo más importante será que los países europeos permanezcan unidos”.