A pesar de que existe un “prejuicio occidental” de que la cultura árabe y la LGTBIQ+ no pueden ir de la mano, estos activistas aseguran, en una entrevista con EFE en la Casa Árabe en Madrid, que sí es posible.
Murad Odeh, hijo de migrantes palestinos, que creció en España y a los 16 años empezó a desarrollar su sexualidad en el seno de una familia conservadora y religiosa, que lo rechazó y expulsó, opina que es totalmente compatible ser árabe y ser queer: “Si una sociedad es homófoba, es homófoba porque tiene elementos radicales como gobiernos autócratas”.
En este sentido, Odeh defiende que “es posible abrazar esas dos identidades”, pero considera que es necesario que los países desarrollen sistemas democráticos y laicos.
En su adolescencia y juventud, no entendía cómo podía encajar su identidad árabe y su identidad gay, ya que los referentes históricos en la cultura árabe y en la religión relacionados a lo LGBTIQ+ han sido “silenciados sistemáticamente”.
“El problema (en el mundo árabe) es que no encontramos modelos ni en los entornos familiares ni en los entornos sociales, entonces el pensamiento final es que estamos solos en el mundo”, insiste.
Sin embargo, en estos últimos años intentó reconciliarse con su “parte árabe” haciendo activismo, estudiando y trabajando, lo que, según cuenta, le permitió darse cuenta de que lo que él conocía de la cultura árabe era solo una versión que le habían dado sus padres y Occidente.
“No soy una víctima de una parte de la cultura”
Mahmoud Assy, un joven activista queer egipcio que dejó su país en su adolescencia debido a las leyes persecutorias contra la comunidad LGTBIQ+, subraya la importancia de no definir al colectivo árabe de la comunidad queer únicamente por las adversidades que enfrentan, sino que se deben encontrar maneras de acercarse y comprenderles.
“Que una idea simplemente esté en el poder, no significa que eso define a toda la sociedad”, dice a EFE, y añade: “como miembro de la comunidad árabe, como miembro de la comunidad egipcia, yo también soy una persona que tiene el micrófono y yo decido cómo es la cultura egipcia; no soy una víctima de una parte de la cultura”.
Tras sus experiencias después de vivir en Túnez, Rumanía y, actualmente, en España, el también filólogo fundó ‘Eufonía Diversity’, una empresa que se dedica a promover la diversidad y la inclusión, para romper con las estructuras discriminatorias arraigadas en la sociedad.
Al llegar a España, Assy obtuvo el estatus de refugiado, algo que, según cree, también conlleva estereotipos y estigmas.
“Las ideas que tenemos en el imaginario colectivo no se mantienen simplemente en el imaginario colectivo, sino que se integran dentro de los sistemas, estructuras y procesos que creamos como sociedad”, por lo que, opina, si no se cambia esta narrativa, se crea una sociedad que sigue sin ser inclusiva.
“Ser árabe es compatible con miles de cosas”
Kleo la Faraona, activista queer siria, aboga por una comprensión más diversa de lo que significa ser árabe y queer.
“Ser queer es compatible con ser árabe, ser árabe es compatible con ser una persona influyente, ser árabe es compatible con que seas anti-ocupación, ser árabe es compatible con miles y miles de cosas”, sostiene Kleo.
La activista, que lleva más de 15 años viviendo en España, trabaja por la inclusión y el reconocimiento de la diversidad cultural a través de su proyecto FIDHA.
Se trata de una plataforma y asociación de numerosas identidades queer árabes, que ofrece escucha y un espacio seguro para aquellos que buscan compartir sus ideas y encontrar apoyo.