En su discurso, el papa Francisco recordó que “en la cima de estos derechos está el de la libertad de conciencia y religión, que significa que todo ser humano debe ser plenamente libre en lo que respecta a sus opciones religiosas”.
Y agregó que “todo creyente debe sentirse libre de proponer, pero nunca imponer, su propia religión a otras personas, creyentes o no”.
“Esto excluye cualquier forma de proselitismo, entendido como ejercer presiones o amenazas; debe rechazar cualquier tipo de favor económico o laboral; no debe aprovecharse de la ignorancia de la gente”, agregó.
Asimismo, subrayó “que el matrimonio entre personas de distintas religiones no debe ser una oportunidad para convertir al cónyuge a la propia religión”.
A los musulmanes les indicó que “en este momento de la historia, necesita creyentes coherentes y firmemente comprometidos en la construcción y el mantenimiento de la paz social y mundial”.
Y les deseó que tengan buenas relaciones con “la Iglesia católica de la ciudad y una relación de respeto recíproco y amistad”.