La marcha, que contó con una notable afluencia de gente dados los registros habituales en Bélgica, se desarrollo bajo la lluvia y reunió a perfiles distintos de manifestantes, según informó la agencia de noticias Belga.
La manifestación arrancó en el Monte de las Artes de Bruselas, una zona céntrica donde se encuentran los principales museos de la ciudad, y desde allí recorrió varias arterias hasta llegar a la plaza de Luxemburgo, situada enfrente de la sede del Parlamento Europeo, donde tuvieron lugar los discursos de los convocantes.
La marcha fue organizada por la Coordinadora Antifascista de Bélgica, que agrupa a una veintena de entidades, movimientos sociales y sindicatos, y que reclamó la puesta en marcha de un “proyecto de solidaridad social” desde las instituciones para combatir los discursos de odio.
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“Ante la magnitud de la actual ola reaccionaria, una política social y antifascista debe volver a ser la consigna. Lo que era obvio al final de los regímenes fascistas europeos del siglo pasado debe volver a estar en boca de todos: ‘¡Nunca más!’”, afirmó la Coordinadora Antifascista de Bélgica en su manifiesto.
Los convocantes aspiran a que la marcha de este domingo marque el inicio de “una respuesta popular y un contraataque social” ante el avance de la extrema derecha, que no ven como algo “imparable” siempre y cuando se promueva una “alternativa social, ecológica y democrática”.
La ultraderecha logró 134 de los 720 escaños del Parlamento Europeo en las pasadas elecciones, entre los obtenidos por el grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR) y el de Identidad y Democracia (ID), que juntos quedarían terceros, sólo por detrás de los socialdemócratas, con 135 asientos, y los populares, con 189.
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La suma ultraderechista de ECR e ID todavía podría engrosar, en conjunto, 25 escaños más y llegar hasta los 159 si captan a otros partidos extremistas que no se han adscrito a ninguna familia política de la Eurocámara.
Es el caso del Fidesz del primer ministro húngaro, Víktor Orbán, o Alternativa por Alemania, que fue expulsada del grupo de Identidad y Democracia durante la campaña electoral por la polémica que generaron unas declaraciones de su candidato relativizando el papel de las SS durante el nazismo.