Aunque no hay cifras exactas de esta violencia intracomunitaria se cree que ha provocado centenares de muertos, en matanzas como la sucedida el domingo y que ha dejado decenas de fallecidos en la provincia de Enga y el éxodo de decenas de miles de pobladores.
Si bien estos conflictos entre tribus, que brotan por un abanico de razones tales como conflictos territoriales o simples riñas, se registran desde hace décadas, previamente se dirimían con armas más rudimentarias como machetes y lanzas.
Sin embargo, el acceso más reciente a armamento moderno ha llevado a que los incidentes se vuelvan más sangrientos.
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El país, con una población estimada de casi 12 millones de habitantes, es el hogar de unas 700 tribus, la mayoría de las cuales cuentan con sus propias lenguas y tradiciones.
Armas de guerra y de contrabando
Este arsenal de armas de fuego, que incluyen fusiles de asalto militar como Kalashnikov o M-16, procede principalmente de remanentes de armas abandonadas en anteriores conflictos o llegan a través del contrabando ilegal.
“Las armas de gran calibre se han introducido en las regiones montañosas” del país, remarcó este lunes Oliver Nobetau, experto en asuntos del Pacífico del Instituto Lowy de Sídney, a la cadena pública australiana ABC a raíz del último enfrentamiento.
Las autoridades papuanas sospechan que estas armas fueron usadas en la última matanza registrada en Enga, situada en la región montañosa de Highlands (Tierras Altas), y que ha dejado entre al menos 26 fallecidos -según declararon las autoridades al canal australiano ABC- o más de 60 -conforme a los medios locales-.
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Las décadas de conflicto armado que registró la isla papuana de Bougainville, donde grupos de guerrilleros reclaman la independencia de la región y que dejaron más de 20.000 muertos, son, según los expertos, una de las principales fuentes de suministro de estas armas de fuego.
Otras armas habrían entrado mediante el contrabando por la porosa frontera de Papúa o habrían sido robadas a la Policía, una institución necesitada de recursos humanos y materiales -según Nobetau- para pacificar estos enfrentamientos tribales.
Ante los grandes desafíos en el mantenimiento del orden, el gobierno papuano firmó el pasado diciembre un acuerdo de seguridad con Australia, que hoy ofreció su ayuda para controlar la violencia tribal, encaminado a incrementar el número de efectivos policiales de 6.000 a 26.000.
Abanico de conflictos
En Papúa Nueva Guinea, la pertenencia al clan o tribu está muy arraigada, especialmente en las zonas montañosas de este país rico en recursos naturales, donde casi la totalidad de la propiedad de la tierra es consuetudinaria y está gobernada por los líderes tradicionales.
Las disputas por los terrenos, que son claves para la supervivencia en las zonas rurales, generalmente son la génesis de los enfrentamientos entre las tribus y los clanes, que en muchos casos transmiten sus rencores a las siguientes generaciones, de acuerdo a un artículo e investigación de Rebecca Kuku publicado en 2021 por el diario The Guardian.
En los últimos años, la violencia tribal se ha exacerbado por asuntos electorales o el no recibir el dinero de las comisiones por la explotación de los recursos naturales, la falta de servicios básicos o las acusaciones de brujería, según explicó en 2018 a EFE John Burton, de la Universidad Divine World de Papúa.
Independizada de Australia en 1975, este país rico en recursos naturales y con casi la mitad de su población en situación de pobreza- también tiene una larga historia de intrigas políticas, corrupción y conflictos internos.