La directora ejecutiva de HRW, Tirana Hassan, presentó oficialmente el informe en la sede de la ONU en Nueva York, acompañada por varios directivos de la organización en distintas regiones del mundo, y destacó que este año el informe recoge análisis separados de cien países del mundo.
Hassan consideró que el "doble rasero" al exigir los derechos humanos se ha convertido casi en la norma en el año que termina, y no solo lo practica Estados Unidos -extremadamente crítico con Rusia pero reacio a condenar a Israel-, sino que también lo hacen Rusia y China para proteger a regímenes aliados en África o en Asia.
También los países europeos se apresuraron a condenar los crímenes de Hamás el pasado 7 de octubre pero luego han tardado mucho más -o no lo han hecho- para hacer lo mismo con los ataques de Israel a la población civil en Gaza, así como a hospitales y periodistas.
Pero "Occidente no tiene el monopolio de este doble rasero", recordó Hassan, que alertó contra esta práctica que "envía el mensaje de que unas vidas valen más que otras".
El director de HRW en Naciones Unidas, Louis Charboneau, abundó en esa misma idea y advirtió contra la tendencia de Rusia y China de deslegitimar los organismos y mecanismos de protección de derechos humanos en la propia ONU, algo sobre lo que la comunidad internacional "debe estar en guardia" por su posible efecto de arrastre.
Tirana Hassan puso un claro ejemplo del doble rasero: mientras que la invasión de Ucrania en 2022 despertó una indignación inmediatamente seguida de medidas políticas, financiera y comerciales contra Rusia -algo que consideró ejemplar-, en la región sudanesa de Darfur continúa desde hace una década una guerra que tiene consecuencias catastróficas para la población civil ante el silencio o la ignorancia de la comunidad internacional.
Cuando la diplomacia perdona ciertos abusos
La otra actitud cada vez más preocupante es la "diplomacia transaccional" practicada con ciertos países a los que se perdonan sus políticas represivas a cambio de obtener de ellos un trato de favor en cuestiones comerciales o migratorias, según señala el informe.
Estados Unidos es quien la practica con más asiduidad, y no solo favoreciendo a Israel, sino cerrando los ojos ante los abusos corrientes en países como China (que prosigue su represión contra las minorías uigur o tibetana) y con aliados suyos como Arabia Saudí o Egipto, que violan los derechos "a escala masiva".
Mención aparte merece el caso de países asiáticos como India, Vietnam o Filipinas, a los que EE.UU. tolera las prácticas de represión (en el caso de India, contra minorías religiosas, contra la prensa y contra la oposición) con el fin principal de que le ayuden a contrarrestar el poder económico de China, recordó Hassan.
O en el caso de México, el informe recuerda que Washington es reacio a criticarlo porque trabaja con él "en tándem para expulsar o deportar a decenas de miles de inmigrantes (en ambos países) y bloquear a otros miles para que no puedan llegar a EE.UU. en busca de seguridad".
La Unión Europea practica a su vez la "diplomacia transaccional" con países de los que espera un control migratorio externo, y el informe cita el caso de Turquía, Libia o Túnez como países donde los atropellos son perdonados en aras de un objetivo superior.
En Asia, países como Japón o Australia miran para otro lado porque tratan de obtener ventajas comerciales de países represores como Tailandia, Vietnam, Indonesia o Nepal.
Tirana Hassan recordó que el año que comienza va a traer elecciones presidenciales en una gran cantidad de lugares -incluido EE.UU.-, y hay que redoblar la presión sobre todos ellos para que pongan los derechos humanos en el centro de sus políticas internas y de su diplomacia.
Esa presión debe venir de la sociedad civil pero también de la propia ONU, incluido su secretario general, António Guterres, quien -recordó Hassan- ha sido muy expresivo contra Israel y Hamás pero no con las múltiples restricciones que una gran potencia como China aplica en su propio territorio.
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(seguirá entrevista)