“Se nos ocurrió la idea de desarrollar un proceso en el que la cocaína se destruya nada más ser incautada (...). La tecnología está siendo desarrollada actualmente por el Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica (VITO)”, ha explicado a la emisora flamenca VRT la comisaria nacional antidrogas, Ine Van Wymersch.
El puerto de Amberes, en el noroeste de Bélgica, se ha convertido en la mayor puerta de entrada de cocaína en Europa, pasando de 4,5 toneladas de cocaína incautadas en 2013 a 110 toneladas en 2022, si bien los expertos estiman que sólo el 10 % de la droga se detecta.
Ese aumento, relacionado también con un incremento de episodios violentos atribuidos al crimen organizado, ha superado la dotación de infraestructuras, pues Bélgica sólo cuenta con un horno incinerador capaz de destruir la droga.
"En última instancia, somos víctimas de su éxito (...). Nadie confisca tales cantidades de drogas y sólo hay un incinerador autorizado", señaló Van Wymersch.
El pasado octubre, siete personas de nacionalidad neerlandesa fueron detenidas en la región de Amberes cuando se disponían a sustraer de un almacén aduanero 10 toneladas de cocaína interceptadas días antes.
Por eso, las autoridades belgas han decidido intentar hacer más eficiente el proceso, inspirándose de los sistemas de los furgones blindados que emplean "maletas explosivas" que destruyen el dinero en efectivo en caso de atraco.
Las drogas aún tendrían que enviarse finalmente a una incineradora para su neutralización final tras le proceso de destrucción automática, que Bélgica espera introducir el próximo otoño.
"Pero con una 'maleta explosiva' ahorraríamos tiempo y este incinerador sería suficiente", añadió Van Wymersch.
Se trata de un proceso novedoso, pues "otros países nunca han tenido que pensar en ello porque no se incautan de estas enormes cantidades de cocaína al mismo tiempo", explicó la comisaria.
Ante un problema de almacenamiento similar, en Ecuador, por ejemplo, se está ensayando un sistema para convertir la cocaína en hormigón y utilizarla como material de construcción, que resulta más rápido que la incineración.