“Nuestra república, un nuevo eslabón en miles de años de tradición estatal, no es el primero sino el último Estado que hemos establecido en estas tierras”, dijo Erdogan durante su discurso, pronunciado en Estambul.
Hizo referencia al reino selyúcida del siglo XII y el Imperio otomano, pero también a las 16 estrellas del escudo presidencial, que representan otros tantos "Estados" atribuidos a pueblos asiáticos, desde federaciones de nómadas en la Mongolia del siglo III a.C., hasta los hunos y los jázaros de la Edad Media, pese a que en algunos no hay constancia de vínculos con etnias túrquicas.
Erdogan alabó al fundador de la República, Mustafa Kemal Atatürk, pero criticó a quienes ven en la fundación del Estado una manera de romper con el pasado e insistió no solo en la continuidad de Turquía con la historia anterior sino también en la proyección del país más allá de sus fronteras actuales.
"De los Balcanes al Cáucaso, de Karabaj a África, del Turkestán a Palestina, donde haya oprimidos y necesitados, Turquía corre a ayudarles y resolver sus problemas", aseguró el presidente.
Lamentó la "interrupción del viaje de Turquía hacia la democracia" por los sucesivos golpes militares para concluir: "Fuimos nosotros quienes salvamos a Turquía de este círculo vicioso en 2002 con la 'Revolución Anatolia'", en referencia a la victoria electoral de su partido, el islamista AKP.
Erdogan concluyó su discurso desgranando cifras de los cambios demográficos, económicos y de infraestructuras registrados durante los últimos cien años y subrayó la intención de ampliar aún más la flota militar, que ahora dispone de un portaeronaves construido por la empresa española Navantia.
"Ojalá alcancemos otro acuerdo con los españoles para llevar a dos el número de nuestros portaaviones", dijo Erdogan.
Cien buques militares, encabezados por el TCG Anadolu, que está modelado según el buque de asalto anfibio Juan Carlos I de la flota española, cruzaron el Bósforo hoy en un desfile naval acompañado por varios submarinos, mientras dos escuadrones de las fuerzas aéreas turcas hicieron una exhibición sobre la ciudad.
La jornada concluyó con unos fuegos artificiales sobre el Bósforo, aunque de una duración y una espectacularidad menores que en cualquier Nochevieja.
La prensa opositora ha descrito toda la programación de la jornada como "deslucida", subrayando que Ankara ha evitado invitar a ningún jefe de Estado extranjero, cuando Erdogan gusta de rodearse de mandatarios internacionales en cualquier ceremonia, así sea la inauguraución de un puente.
Varios analistas opinan que la modestia de las celebraciones se explica con el rechazo del presidente al legado laico de Atatürk, que para muchos turcos es la esencia de la República, diametralmente opuesta al ideario islamista de Erdogan.
Así, si Atatürk planteó una república moderna de corte europeo, alejado de las tradiciones islámicas y de las estructuras sociales de Oriente Próximo, Erdogan quiere recuperar el legado otomano, con el islam como elemento cohesionador de los pueblos.
La figura de Atatürk está protegida por ley y sería ilegal criticar al fundador de la República, pero la modestia de la celebración oficial es para muchos ciudadanos una expresión de un choque de dos visiones distintas de la nación.