Personal del Ministerio de Medio Ambiente japonés vienen haciendo pruebas de radiactividad de muestras de agua tomada en distintos puntos a alrededor de la central desde que el vertido comenzara el pasado 24 de agosto y hasta el momento no se han detectado niveles fuera de lo normal o de las regulaciones locales o internacionales.
En los últimos datos publicados este lunes, en torno a un mes después del inicio de las descargas, la concentración de tritio se encontraba por debajo del mínimo detectable de 10 becquereles por litro, concretamente entre 7 y 8 Bq/L.
El denominado límite de detección de un método analítico es el nivel mínimo que debe tener la sustancia estudiada para ser detectada con certeza razonable. Cuando se identifican niveles más bajos (en este caso de 10 Bq/L), se considera que podría tratarse de un falso positivo y por ello se toma esta medida como referencia.
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Las muestras de este estudio, el quinto de este tipo, se recogieron el pasado martes en once puntos distintos frente a las cosas de la prefectura de Fukushima, en el noreste de país, entre ellos un punto cercano al área donde se encuentra la desembocadura del túnel de descarga y otro a 50 kilómetros de distancia.
En todas las mediciones realizadas hasta la fecha los niveles de tritio se han mantenido por debajo del nivel mínimo de detección, según las cifras facilitadas por las autoridades japonesas.
El Gobierno nipón planea seguir monitorizando los niveles de tritio una vez por semana por el momento.
Ni la propietaria de la central y responsable del vertido, la empresa TEPCO, ni el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) han detectado niveles fuera de lo normal en sus mediciones.
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Millones de toneladas de agua contaminada han sido generadas en las instalaciones de la planta, bien por los trabajos de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido en el accidente atómico de 2011, o bien por las filtraciones de agua de lluvia en las mismas a lo largo de los años.
Este agua es tratada mediante un complejo sistema de filtrado que elimina la mayor parte de los elementos radiactivos nocivos, menos el tritio (un isótopo nuclear presente en la propia naturaleza), antes de su almacenamiento en tanques para ser vertida. A ese agua tratada es al que se viene denominando "vertido de Fukushima".
Actualmente hay más de 1.000 tanques en los terrenos de la planta y se espera que su vertido se prolongue al menos durante 30 años.
El agua tratada se diluye para reducir los niveles de tritio presentes a menos de una cuarta parte de la concentración permitida según las normas nacionales de seguridad y hasta niveles dentro de los estándares internacionales que baraja el OIEA.