Este 2023, en pleno repunte del conflicto palestino-israelí, los menores palestinos muertos por disparos del Ejército o Policía de Fronteras son “al menos 34″, lo que “va camino de igualar o superar los niveles de 2022, el año más mortífero para los niños palestinos en Cisjordania en 15 años”, remarca HRW.
La ONG, en una investigación que documenta incidentes en que murieron cuatro menores por fuego israelí entre noviembre de 2022 y marzo de 2023, lamenta “el aumento del uso de fuerza letal” por parte de Israel “con impunidad sistemática” y “casi sin ningún recurso para rendir cuentas”, en el marco de una escalada que este año se ha saldado ya con un total de 186 palestinos muertos.
"Las fuerzas israelíes están matando a tiros a niños palestinos que viven bajo ocupación con frecuencia cada vez mayor", dice HRW.
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Según advierte, “si los aliados de Israel, sobre todo Estados Unidos, no presionan para que cambie de rumbo, más niños morirán”.
También insta a la Secretaría General de Naciones Unidas "a incluir a las fuerzas armadas israelíes en su informe anual sobre violaciones graves contra niños en conflictos armados para 2023", y sugiere que se les considere "responsables de la vulneración de matar y mutilar a niños palestinos".
Según la entidad, Israel usa “fuerza excesiva contra palestinos” desde hace décadas, y en muchos casos sus fuerzas de seguridad han matado a personas “en circunstancias en las que el uso de la fuerza letal no estaba justificado según las normas internacionales”.
A su vez, en los cuatro casos investigados de menores muertos, HRW asegura que "las fuerzas israelíes dispararon a la parte superior del cuerpo sin, según testigos, emitir advertencias ni usar medidas contundentes y menos letales como gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento o balas recubiertas de goma".
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También dispararon a los menores sin que estos representaran una amenaza directa a la vida de las tropas, según HRW.
Uno de ellos, Mahmud al Sadi, de 17 años, recibió un disparo letal cuando iba a la escuela durante una redada militar israelí en la urbe de Yenín, pese a que según testigos no iba armado ni era cerca del lugar donde hubo choques armados con grupos locales.
Otro joven de 17 años, Mohamed al Sleem, “recibió un disparo en la espalda mientras huía de soldados israelíes después de que un grupo de amigos con el que estaba les arrojara piedras y supuestamente cócteles molotov” en el pueblo cisjordano de Azun.
Otro caso parecido fue el de Adam Ayad, de 15 años, que recibió impactos de bala por la espalda cuando tiraba rocas y un cóctel molotov a fuerzas israelíes en un campo de refugiados de Belén.
A su vez, Wadea Abu Ramuz, de 17 años, murió en un incidente similar en Jerusalén Este por disparos de la Policía Fronteriza.
Estos incidentes tampoco suelen derivar en procesos judiciales contra las fuerzas implicadas, según HRW, que remarca que de 2017 a 2021 hubo “menos del 1% de denuncias” que derivaron en acusaciones, pese a que en aquel período las fuerzas israelíes “mataron al menos a 614 palestinos” considerados civiles en Gaza y Cisjordania.