“Las promesas anteriores de la primera ministra Sheikh Hasina de proteger a los refugiados rohinyá ahora se ven amenazadas por grupos violentos y un sistema de justicia indiferente”, denunció la subdirectora para Asia de HRW, Meenakshi Ganguly.
El reporte recoge la muerte a manos de grupos armados de al menos 48 rohinyás en la primera mitad del 2023, superando las 40 muertes violentas que se registraron a lo largo de 2022, además del secuestro de decenas que llegaron a ser torturados.
En base a entrevistas con cerca de medio centenar de rohinyás que viven en estos campamentos, también se documentaron 26 casos que incluyen asesinatos, secuestros, torturas, violaciones y agresiones sexuales y matrimonios forzados. Sin embargo, solo tres denuncias se tradujeron en arrestos.
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Las víctimas denunciaron la falta de asistencia policial, que también se traduce en la falta de apoyo legal y médico por parte de las autoridades bangladesíes, según HRW.
"La intención cada vez más evidente de las autoridades de Bangladesh de repatriar a los rohinyás no exime al Gobierno de su responsabilidad de garantizar su protección", señaló Ganguly.
Detrás de este aumento de la violencia, que se ha cobrado la vida de 16 líderes comunitarios en lo que va de año, se encuentran grupos armados o personas afiliadas a formaciones yihadistas que intimidan a través de amenazas a la población para que guarden silencio, relataron los refugiados.
“La mayoría de estas son muertes selectivas perpetradas por el ARSA (Ejército de Salvación Arakan Rohingya) o la RSO (Organización de Solidaridad Rohingya), no pueden actuar abiertamente”, dijo a EFE el comandante Harun-ur Rashid, a cargo de uno de los tres Batallones de la Policía Armada apostados en los campamentos rohinyás.
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"Es algo con lo que es difícil de lidiar cuando alguien es atacado en secreto. Podemos prevenir al máximo, pero están ocurriendo algunos incidentes aislados", agregó.
Al menos once grupos armados operan en el interior de los campamentos, según datos del Ministerio de Defensa bangladesí recogidos en el informe.
En uno de los últimos incidentes violentos, cinco personas murieron la semana pasada en un campamento del distrito de Cox's Bazar, en el sureste de Bangladesh, tras un tiroteo entre dos grupos armados rebeldes.
El ARSA estuvo detrás de un ataque contra puestos policiales y militares birmanos en la región de Rakáin, en el oeste de Birmania, el 25 de agosto de 2017, que causó más de un centenar de muertos (la mayor parte guerrilleros).
Esto condujo a una brutal represión militar en la región que resultó en la huida de 740.000 rohinyás hacia Bangladesh ese año, una cifra que aumentó en los años posteriores hasta alcanzar casi el millón de refugiados en la actualidad.