Reivindican memoria de la dictadura con “Vuelos de libertad”

MONTEVIDEO. Expresas políticas que pasaron por la cárcel de Cabildo, cuando funcionó como centro de detención y tortura, protagonizan un simbólico acto, como manera de reivindicar la memoria histórica y pedir justicia en los casos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los doce años que duró la dictadura cívico-militar uruguaya.

Una persona observa el tejido "Vuelos de libertad", el 25 de junio de 2023 en Montevideo (Uruguay). Expresas políticas que pasaron por la cárcel de Cabildo, cuando funcionó como centro de detención y tortura, protagonizan un simbólico acto, como manera de reivindicar la memoria histórica y pedir justicia en los casos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura uruguaya. Doscientas aves, una por cada mujer que pasó por la cárcel de Cabildo de Montevideo entre 1968 y 1977, cuando funcionó como centro de detención de presas políticas, revolotean sobre la tela y encierran al cóndor cosido en el mural.
Una persona observa el tejido "Vuelos de libertad", el 25 de junio de 2023 en Montevideo (Uruguay). Expresas políticas que pasaron por la cárcel de Cabildo, cuando funcionó como centro de detención y tortura, protagonizan un simbólico acto, como manera de reivindicar la memoria histórica y pedir justicia en los casos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura uruguaya. Doscientas aves, una por cada mujer que pasó por la cárcel de Cabildo de Montevideo entre 1968 y 1977, cuando funcionó como centro de detención de presas políticas, revolotean sobre la tela y encierran al cóndor cosido en el mural.Raúl Martínez

Se trata de la iniciativa “Vuelos de libertad” por parte de la artista plástica Mercedes Perlas en la que doscientas aves, una por cada mujer, que pasó por este lugar de infausto recuerdo entre 1968 y 1977 revolotean sobre la tela y encierran al cóndor cosido en el mural.

 Vista de un mural en memoria de las víctimas de la Cárcel de Cabildo,   en Montevideo (Uruguay). Expresas políticas que pasaron por la cárcel de Cabildo, cuando funcionó como centro de detención y tortura, protagonizan un simbólico acto, como manera de reivindicar la memoria histórica y pedir justicia en los casos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura uruguaya. Doscientas aves, una por cada mujer que pasó por la cárcel de Cabildo de Montevideo entre 1968 y 1977, cuando funcionó como centro de detención de presas políticas, revolotean sobre la tela y encierran al cóndor cosido en el mural.
Vista de un mural en memoria de las víctimas de la Cárcel de Cabildo, en Montevideo (Uruguay). Expresas políticas que pasaron por la cárcel de Cabildo, cuando funcionó como centro de detención y tortura, protagonizan un simbólico acto, como manera de reivindicar la memoria histórica y pedir justicia en los casos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura uruguaya. Doscientas aves, una por cada mujer que pasó por la cárcel de Cabildo de Montevideo entre 1968 y 1977, cuando funcionó como centro de detención de presas políticas, revolotean sobre la tela y encierran al cóndor cosido en el mural.

La misma llegó en “un momento muy particular” de “un grupo con mucha historia”, según narra a EFE la expresa política Lucy Salgado.

En el centro del mural de tela un cóndor en caída -en referencia al Plan Cóndor, la coordinación represiva entre las dictaduras del cono sur durante los 70 y 80-, es encerrado por doscientas aves, una por cada presa que pasó por la cárcel de Cabildo entre 1968 y 1977.

“Después de que lo vimos colgado nos gustó tanto, y sabemos cómo son las cosas hoy en día, que una tela, colgada ahí en el frente, es seguro que va a ser vandalizada. A nosotras nos gustaría conservarla, y, en principio, mantenerla colgada dentro”, expresa.

Añade que el primer taller de costura para desarrollar la pieza se dio dentro de la propia cárcel; acondicionaron un lugar para coser cómodas y algunas llevaron comida, para “dulcificar” el encuentro.

Reivindican memoria en días de represión

A los 21 años, Salgado no le conocía todavía la cara a la dictadura, aunque no demoraría en hacerlo.

La expresa política lo rememora con la distancia que da el tiempo: corría 1974 y la Facultad de Medicina en donde estudiaba había sido intervenida por el régimen militar.

Luego de unas elecciones internas celebradas por los estudiantes para elegir al delegado del año, Salgado tuvo la tarea de pegar un afiche que informara cuántos habían participado.

No pensaban que la dictadura viera la iniciativa como “subversiva”; después de todo, la actividad tenía “tintes democráticos”.

“Me suspendieron por tiempo indeterminado. A mí se me acababa la vida, porque militaba pero estudiaba de verdad, ¿no? Me importaban mucho mis estudios. Pero eso había sido una pavada, porque cuando llegué a mi casa me estaba esperando la policía.” cuenta a EFE.

Reivindican memoria cuando los militares hacían pasar bastante mal a las presas

Tras un mes de interrogatorios en la jefatura de policía fue llevada ante un juez, que no la recibió, y luego enviada a un cuartel en el barrio capitalino de Peñarol, en el que los militares la hicieron pasar “bastante mal”.

“Mis relatos no contrastaban con la información que ellos aparentemente tenían”, explica.

A Salgado -que fue procesada con dos años y medio de prisión-, todavía en el cuartel, se le sumó otra preocupación: no menstruaba. Lo que al principio pensó que era amenorrea por el estrés terminó por confirmarse como un embarazo.

“En el cuartel (los militares) tenían dudas, pero yo estaba segura de que había quedado embarazada afuera, por el tiempo que había pasado. Después de eso estuve un mes o más en jefatura, luego en (el centro de detención) la Nery, y finalmente me mandaron a Cabildo, por estar embarazada”, recuerda.

Coser para resistir

Ya presa en Cabildo sus compañeras de encierro hicieron “hasta lo imposible” para que el embarazo llegara a buen puerto: buscaban que la celda estuviera limpia y bien ventilada, la acompañaban, la orientaban en el funcionamiento de la cárcel.

Cuando nació Darío afloraron las preocupaciones propias de una madre primeriza, como qué hacer si el bebé lloraba toda la noche, ya que en la cárcel no había manera de recibir asistencia médica inmediata.

La costura no era sólo una de las pocas actividades de ocio que tenían las presas, sino también una manera de hacer artesanías -muñecas, gorros de lana, tapices-, que luego entregaban a sus familias para que obtuvieran un ingreso extra.

Hipoclorito para mantener la higiene de la cárcel y frutas para complementar la nutrición de las presas eran algunos de los artículos que las familias compraban con el dinero recaudado.

Construir la memoria

A sus 70 años, Salgado reconoce que construir memoria es un “trabajo arduo” porque “obliga a enterarse” de cosas que preferiría no hacerlo.

“Por ejemplo, que una compañera, que conocías mucho, que había sido muy cercana, cuando salió en libertad resulta que no lo hizo realmente, que estuvo retenida tiempo en un cuartel, y una no tenía ni idea”, reflexiona.

Las expresas de Cabildo volvieron a reunirse en 2002. Además de ponerse al día sobre lo que había pasado en sus vidas durante esos años, hablaron de hacer un libro y una película sobre sus experiencias en la cárcel.

El proceso de declarar Cabildo en Sitio de la Memoria -que se hizo formal en julio de 2019-, “tampoco fue sencillo”, ya que la cárcel estaba en manos de la Congregación del Buen Pastor, un grupo religioso privado.

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