La movilización se celebra cada año ante un amplio despliegue policial en la Ciudad Santa, donde impera el conservadurismo y la extendida presencia de grupos ultrarreligiosos, tradicionales y de extrema derecha con posiciones reacias hacia la comunidad LGTBI+.
Según el digital Times of Israel, la Casa Abierta por el Orgullo y la Tolerancia de Jerusalén -organizadora de la marcha- envió una carta al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la que mostró su preocupación por la posibilidad de que Ben Gvir pudiera intervenir “de forma inadecuada” en los preparativos del evento.
"Él no es la persona adecuada para supervisar el desfile y ciertamente no inspira confianza a los manifestantes", dijo la entidad, que pidió que Ben Gvir no esté presente en el centro de comandancia desde donde se coordinará la seguridad del evento.
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La entidad alegó que el líder de Poder Judío -partido racista antiárabe, supremacista judío, ultraconservador y homófobo- tomó parte en el pasado en manifestaciones en contra del Orgullo LGTBI+, se mostró abiertamente en contra del evento e incluso solicitó a la Justicia que cancelara la marcha.
También denunció que el ministro -con una extensa carrera como abogado defensor de activistas de ultraderecha- defendió a un judío ultrarreligioso y homófobo que en 2016 fue arrestado por sospechas de intentar llevar a cabo un ataque contra la marcha en Jerusalén.
Este era además el hermano de Yishi Schlissel, extremista ultraortodoxo que en el desfile del Orgullo de 2015 mató a una participante de la marcha, una adolescente a la que apuñaló en un suceso que es recordado cada año y que marca la memoria del evento en la Ciudad Santa.
El desfile de Jerusalén suele estar marcado por consignas de tipo más político y un ambiente más reivindicativo que la marcha anual de Tel Aviv. Esta ciudad liberal y secular, donde el movimiento LGTB está más extendido y normalizado, celebrará este año su propia marcha a inicios de junio.
La comunidad LGTBI+ en Israel y el entorno cultural y asociativo relacionado con esta tienen una aceptación que varía mucho según los distintos grupos -con posturas sobre asuntos civiles o de moralidad incluso polarizados- que integran la compleja sociedad israelí.
La homosexualidad está muy normalizada y es reivindicada en gran medida por el sector más liberal y secular de la sociedad israelí, pero es más bien tabú entre sectores derechistas, de ultraderecha, conservadores y religiosos, que van ganando peso y se oponen en gran medida a expresiones o legislación favorable a la comunidad LGTBI+.
La actual coalición gubernamental -la más derechista de la historia de Israel- está formada en parte por varios partidos que representan a estos grupos, entre ellos fuerzas de extrema derecha judía y formaciones judías ultraortodoxas.