“Los medicamentos que salvan vidas deben ser asequibles y accesibles para todos los neoyorquinos, independientemente de sus ingresos o el estado del seguro”, afirmó la fiscal general, Letitia James, en un comunicado en que informa del acuerdo.
Para una persona con diabetes Tipo 1 (enfermedad crónica de por vida y que se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescentes o adultos jóvenes), el gasto anual en insulina promedió 2.864 dólares en 2012, pero ese gasto promedio se disparó hasta 5.705 dólares anuales en 2016.
Indicó que una investigación que realizó su oficina reveló que los precios establecidos para la insulina por sus fabricantes eran muy costosos para ciertos usuarios, lo que llevó a que algunos racionaran su uso o renunciaran por completo al medicamento.
James destacó que de acuerdo con el acuerdo alcanzado hoy, cualquier neoyorquino sin seguro médico que use productos de insulina de la Eli Lily o Sanofi no se le cobrará más de 35 dólares mensuales durante los próximos cinco años y que ambas compañías también se comprometieron a ofrecer el medicamento gratis para los pacientes más necesitados.
Eli Lily se comprometió además a continuar trabajando con agencias nacionales de ayuda para identificar lugares de alta necesidad en Nueva York y ofrecer productos de insulina sin costo. Sanofi también acordó ofrecer insulina gratis a los consumidores más necesitados que cumplan con los umbrales de ingresos vinculados a la línea de pobreza federal.
De acuerdo con la Fiscalía, más del 10 % de los neoyorquinos tienen diabetes y se estima que 464.000 de estos dependen de la insulina todos los días. Los neoyorquinos que viven en los vecindarios más pobres tienen 70 % más probabilidades de tener diabetes.
También señala que más del 16 % de los adultos con diabetes de Nueva York tienen un ingreso familiar anual de menos de 25.000 dólares, mientras que solo para el seis por ciento es de más de 50.000 dólares.
“Hoy, los neoyorquinos sin seguro que dependen de la insulina para controlar su diabetes pueden respirar aliviados porque ya no tienen que elegir entre su salud o poner comida en la mesa", afirmó.
La fiscal recordó que en las últimas dos décadas los precios de la insulina han aumentado drásticamente y que entre 2002 y 2013, los precios los de todos los fabricantes para este producto casi se triplicaron.
Aseguró que los aumentos en el precio no fueron impulsados por los costos de fabricación de insulina, que según una estimación no superarían los 133 dólares por persona por año.