Médicos sin Fronteras informó de que tras la difícil operación de anoche una persona tuvo que ser evacuada a Malta de urgencia ya que se encontraba inconsciente en el momento del rescate por una grave deshidratación después de cuatro días en el mar y los dos últimos sin agua y comida.
Los migrantes zarparon de Libia, cerca de Bengasi, el sábado 1 de abril y proceden de Siria, Pakistán, Bangladesh, Egipto, Somalia y Sri Lanka, explicó la ONG.
Poco después del rescate, las autoridades italianas comunicaron que una embarcación de la Marina se hará cargo de un centenar de migrantes para llevarlos a un puerto en Sicilia, mientras que al Geo Barents se le autorizó a desembarcar a los 339 restantes en el puerto de Brindisi.
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El Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni ha adoptado la decisión de autorizar inmediatamente el desembarco en puertos distantes de la zona de rescate en el Mediterráneo central, lo que obliga a los barcos de las ONG a navegar durante días y realizar menos operaciones.
El mal tiempo de estos días ha reducido las llegadas de migrantes a las costas italianas, pero se espera que retomen cuando mejoren las condiciones meteorológicas.
Las llegadas ascendieron a 28.000 en los tres primeros meses de 2023, un 300 % más que las 6.800 de 2022 y a este ritmo, las proyecciones apuntan a 430.000 desembarcos a finales de año y el Gobierno pretende acelerar las iniciativas para frenar las salidas especialmente desde Túnez y Libia.
Ante esta situación, Meloni organizó este martes una reunión con varios ministros.
Según los medios italianos, de la reunión interministerial surgió la necesidad de detener el flujo procedente de Túnez, desde donde están partiendo la mayoría de los barcos últimamente.
“En este sentido, es importante la visita del ministro de Asuntos Exteriores tunecino, Nabil Ammar, a Roma en los próximos días para reunirse con nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani”, señalaron fuentes del Gobierno.