Zollner es director del Instituto de Antropología para Estudios Interdisciplinares sobre la Dignidad Humana y el Cuidado de las personas vulnerables de la Universidad Gregoriana y miembro de la comisión para la protección de menores instituida por el papa Francisco.
El experto apunta que "aunque las circunstancias culturales y sociales son diferentes", los terribles datos de los informes europeos pueden ser los mismos en el continente americano.
Mientras que en varios países de Europa se han realizado investigaciones independientes para esclarecer los casos de abusos y los abusadores, en América Latina aún faltan estos datos.
El psicólogo destacó que en América Latina hay mucho movimiento entre los religiosos que se están formando en la prevención de los abusos y que también muchos obispos están trabajando en ello, y que "aunque hay algunos países que están dando pasos adelante en otros no".
Según Zollner, a la hora de denunciar los abusos, mucho "depende del contexto sociológico y político del país" y en el área andina "por razones culturales no se habla de sexualidad públicamente o solo aparecen casos en noticias de corte escandaloso y luego desaparecen rápidamente porque son temas muy incómodos por los muchos prejuicios".
"Pero podemos hacer estadísticas y establecer que los datos de casos de abusos y abusadores se parecería mucho de los de Australia o Francia, con los sacerdotes acusados de abusos que suponen entre el 3 y 5 % del clero en un periodo de tiempo que abarque los últimos 75 años", dice.
Respecto a las reticencias de algunas conferencias episcopales a abrir investigaciones, el experto explica que "hay casos que no se conocen y ellos mismos o sus predecesores saben que no han hecho lo que tenían que hacer y admitirlo es difícil", señala en la entrevista con Efe.
Además, también están los resarcimientos económicos que frenan las investigaciones, asegura Zollner, que añade: "la realidad es que tenemos que ofrecer una reparación justa, aunque la Justicia nunca será completa".
El experto afirma que sobre todo lo que falta es un cambio de mentalidad en la Iglesia "que tiene que olvidar que tipo de repercusión tendrán estas investigaciones. Se tiene que pensar en el daño que se ha hecho a estas personas. A la Iglesia no le tendría que interesar si estas investigaciones dañan su fachada, su imagen".
"Como decía san Juan Pablo II en 2002 es tiempo de purificación para la Iglesia y admitir que la Iglesia no es una institución inmaculada como algunos piensan. Es el momento del arrepentimiento, de la confesión y de la reparación cuando es posible y es como lo que la Iglesia propone a las personas en la confesión. Es el momento en el que es necesaria una confesión institucional", explica.
Sin embargo, admite “por desgracia en la jerarquía, los obispos, no entienden que es mejor afrontar la cosas, admitir los crímenes, los pecados, pedir perdón, y luego incluir a las víctimas en este recorrido” y añade que para muchos en la Iglesia “las víctimas aún se ven como personas incómodas, que molestan”.