En el país apenas 10% de los adultos canadienses sigue sin vacunarse, pero alrededor de 32% de la población apoya las protestas, según una encuesta reciente.
Las manifestaciones del “Convoy de la Libertad” comenzaron el 29 de enero en el oeste de Canadá por parte de camioneros enfurecidos ante los requisitos de vacunas impuestos una vez que cruzan la frontera entre Estados Unidos y Canadá, pero derivaron luego en mayores protestas contra las restricciones impuestas por el gobierno de Trudeau para frenar la pandemia.
Entre las ciudades que han registrado manifestaciones durante el fin de semana están Toronto, Winnipeg y Quebec.
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El alcalde de Ottawa, Jim Watson, urgió al gobierno federal a nombrar un mediador para dialogar con los manifestantes y hallar una manera de desactivar las protestas que irritan a los residentes con sus incesantes pitidos y humo de camiones.
El domingo, Watson declaró un estado de emergencia en la ciudad, indicando que las protestas estaban “fuera de control”, y este lunes pidió refuerzos al estado federal para poner fin al “asedio” abogando por el envío de 1.800 policías adicionales.
“Tiene que parar”
Según estimaciones, entre 400 y 500 camiones seguían bloqueando el centro de la ciudad en la jornada.
“Esto tiene que parar”, reclamó tajantemente Justin Trudeau el pasado lunes, a su vuelta a la actividad en la Cámara de los Comunes, tras una semana de aislamiento por contagio del covid-19.
“¡Esta pandemia ha sido una mierda para todos los canadienses! Pero los canadienses saben que la única salida es seguir escuchando a la ciencia”, dijo, visiblemente irritado por las protestas.
La situación llevó incluso a que el Parlamento convocara una reunión urgente de debate en la jornada para evaluar los pasos a seguir.
“El gobierno federal responderá”, prometió por la noche Trudeau.