Scholz, de 63 años, vicecanciller y titular de Finanzas en la última gran coalición, fue investido por el Parlamento federal (Bundestag), dos meses y medio después de las elecciones generales y tras un exitoso proceso negociador en busca de socios de gobierno.
Obtuvo el respaldo de 395 diputados, frente a 303 en contra y 6 abstenciones. La alianza entre su Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y el Partido Liberal (FDP) suma en el Bundestag 416 del total de 736 escaños, aunque el número de diputados presentes era de 707.
Fue, de acuerdo a la práctica alemana, una sesión de investidura sobria, que se abrió con un saludo de la presidenta de la cámara, la socialdemócrata Bärbal Bas, quien luego dio la bienvenida a Merkel, asistente desde la tribuna de diputados, así como al excanciller Gerhard Schröder.
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Siguió al saludo una larga ovación, con los diputados en pie y orientado hacia Merkel, quien no se sienta ya entre los parlamentarios. Su retirada de la política incluía la renuncia a ser de nuevo candidata de su distrito del noreste del país, tras treinta años como diputada.
Esta circunstancia hizo que Merkel no pudiera cumplir la costumbre de ser la primera en estrechar la mano a su sucesor, como ha sido con todos sus antecesores -incluidas las sucesiones menos armónicas, como la del socialdemócrata Helmut Schmidt por el conservador Helmut Kohl, vía voto de censura-.
El relevo entre Scholz y Merkel ha sido un ejercicio de juego limpio entre estos dos políticos representantes del centrismo, aunque desde familias políticas opuestas.
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Paridad
La investidura siguió a la firma, este martes, del pacto de coalición entre las tres formaciones, que en los días precedentes habían ratificado, por separado, el acuerdo negociado entre sus cúpulas.
El nuevo gobierno será el más paritario de la historia de Alemania, ya que ocho de sus 16 ministerios estarán ocupados por mujeres, entre ellos los cuatro que atañen a la seguridad nacional y política exterior: Asuntos Exteriores, Interior, Defensa y Ayuda al Desarrollo.
Al Partido Socialdemócrata (SPD), la fuerza más votada en las elecciones generales con un 25,7 %, le corresponden siete ministerios, además de la Cancillería. El sello del partido está en Trabajo y Asuntos Sociales, cuyo titular sigue siendo Hubertus Heil, y el nuevo ministerio de la Vivienda, para Klara Geywitz.
Al primero le corresponde llevar adelante la promesa de subir el salario mínimo interprofesional de los 9,5 euros actuales a 12 euros. A la segunda, atender a la principal preocupación de muchos alemanes, el acceso a una vivienda digna, para lo que se apoyará la construcción de 400.000 viviendas anuales, de las cuales 100.000 con inversión pública.
El más comprometido ministerio del momento, Sanidad, lo ocupará el experto en epidemiología Karl Lauterbach, defensor de la máxima cautela y de la vacuna obligatoria contra la covid, lo que le ha convertido en objetivo preferente de los ataques de los antivacunas y la ultraderecha.
Equilibrio
Los Verdes, que obtuvieron un 14,8 % en las generales, tendrán cinco carteras, entre ellas la de Economía y Clima, para su co-presidente y nuevo vicecanciller, Robert Habeck, mientras que su co-presidenta, Annalena Baerbock, ocupará Asuntos Exteriores.
El primero promete impulsar una transformación industrial hacia la economía verde; la segunda tratará de marcar una línea propia en Exteriores, el ministerio que recuperan los Verdes tras su hasta ahora única experiencia en un gobierno federal, como socios de Schröder, y con Joschka Fischer como jefe de la diplomacia alemana.
Al FPD, con un 11,5 % en esos comicios, le correspondieron cuatro ministerios, uno de los cuales, Finanzas, tiene la clave de prácticamente todo en la potencia europea. Lo ocupará su líder, Christian Lindner, que defiende el techo de deuda y, a la vez, el no a toda subida fiscal.
Scholz deberá lidiar entre ambos socios, a los que Merkel no logró poner de acuerdo en 2017 para ser sus socios de coalición.
Los Verdes se comportaron como un socio fiable en las dos legislaturas de Schröder (1998/2005). El FDP puede llegar a actuar como una oposición interna dentro del gobierno, una función que, en la última gran coalición Merkel, ejerció la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) respecto a su partido matriz, la Unión Cristianodemócrata (CDU).