Bajo el título “Inside Magritte” (Dentro de Magritte), el espacio sigue un itinerario dividido en ocho capítulos a través de los cuales los espectadores descubren 160 obras del artista, en su versión animada, así como los episodios trascendentales que marcaron su vida.
“Presentar Magritte en Bélgica es un lugar común para todos, porque es un artista muy conocido aquí. Se han organizado muchas exposiciones de Magritte, pero esta es la primera en Bélgica que lo aborda con un formato inmersivo”, explica a EFE la historiadora de arte Lea Rangé, jefa de proyectos de Tempora, la empresa diseñadora del proyecto.
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La exposición, disponible hasta el 6 de marzo, dirige al visitante por unos sinuosos pasillos repletos de cuadros originales y líneas biográficas hasta desembocar en el centro neurálgico del proyecto: una sala inmersiva que envuelve al transeúnte en un cosmos de obras en movimiento que le hacen perder la orientación, a imagen del surrealismo de Magritte.
Las obras cobran vida con la realidad aumentada, entre proyecciones de imágenes, juegos de espejos y efectos luminosos que conducen desordenadamente la mirada del espectador a lo largo de la evolución pictórica del artista.
“Tenía sentido hacerlo en La Boverie, porque aquí se guardan obras de Magritte. Esto permite establecer un vínculo con las colecciones del museo y presentar la obra del pintor de una manera diferente a la habitual, haciendo un diálogo entre los cuadros mediante las nuevas tecnologías y las proyecciones de imágenes”, continúa Rangé.
A la salida del corazón de la exposición, los visitantes alcanzan una sala en la que se emite un documental con cortometrajes de Magritte que desvelan su técnica y exhiben sus procesos creativos imitando el estilo y el formalismo del pintor.
Como broche final, el recorrido ofrece un espacio de realidad virtual que culmina la experiencia multisensorial del usuario, que se deja transportar 360 grados a través del lenguaje futurístico del maestro del surrealismo.
“La acogida está siendo muy positiva, porque consigue traer a gente que no está acostumbrada a ir a los museos”, valora la historiadora de arte.
En general, añade, “las exposiciones son bastante rígidas, con pinturas alineadas en una pared, mientras que aquí ayudamos a dinamizar un poco las obras”.
Por ello, la experiencia atrae familias, jóvenes y personas que no están iniciadas en el arte”, afirma Rangé.
Para la historiadora, la propuesta de La Boverie permite “democratizar” la relación con la cultura y volverla accesible, en un proyecto concebido tanto para visitantes especializados como para aquellos que se acerquen sin conocer la vida y obra de Magritte, que pueden descubrir a través de explicaciones disponibles con un código QR.
En realidad, esta exposición puede visitarse de dos maneras, dejándose transportar al mundo poético de Magritte al son de la música, o descargando las explicaciones que acompañan la experiencia a través del código QR que se entrega en la entrada.
“A Magritte no le gustaba que interpretásemos sus obras. Pero a través de las experiencias inmersivas se elimina el discurso que las rodea y el espectador puede encontrarse realmente abstraído en su universo. De esta forma, no se necesita interpretación alguna”, sostiene Rangé.
Una manzana, una pipa, un hombre con traje y sombrero negro, una lluvia de paraguas o nubes blancas sobre un cielo azul ... son imágenes ligadas al imaginario de Magritte que envuelven al espectador en un espacio de 360 grados que transita entre la innovación y la poesía.