De ahí el título de la exposición que esta semana se inauguró en el Museo del Barro de Asunción: Los pasos perdidos, en cuanto que Klarsfeld no encontró los del “ángel de la muerte” del campo de exterminio de Auschwitz, que había muerto años antes de que la cazanazis arribara en el país suramericano.
Algo que Klarsfeld desconocía en su tercera visita a Asunción, en mayo de 1985, cuando llegó junto a Serge, su marido, y Keler, que iba a plasmar con su objetivo el rastreo de Mengele (1911-1979).
Unas pesquisas que fueron a campo abierto, en el sentido de que las primeras acciones de Klarsfeld fueron manifestarse frente al Palacio de Justicia con una pancarta en la que denunciaba un asilo a Mengele de Stroessner, también de origen alemán y hombre fuerte de la más longeva dictadura del Cono Sur (1954-1989).
"Stroessner mientes cuando dices que no sabes dónde está Mengele", es el cartel que porta Klarsfeld (1939) y una de las fotos de la cazanazis alemana registradas por la cámara de Keler (1945).
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Pese a esa actitud de denuncia, el objetivo de Klarsfeld era encontrar a Mengele, con el convencimiento de que el médico nazi se escondía en el sur de Paraguay, en la estancia de alguno de los colonos alemanes emigrados a esa parte del país, y con el apoyo de Stroessner.
"Se le buscó a Mengele en Paraguay porque ellos tenían noticias de que era el último lugar donde se le había visto. Había fotos supuestamente tomadas en Paraguay. Ella tenía noticias de que el régimen de Stroessner había escondido a nazis con otras identidades" dijo a Efe Lia Colombino, la curadora de la exposición.
Los "pasos" de Klarsfeld y de Keler les condujeron al Hotel Tirol, en la sureña ciudad de Encarnación, donde se creía que se había alojado Mengele, responsable de seleccionar qué nuevos presos de Auschwitz morirían en las cámaras de gas y cuáles serían esclavizados o sujetos de sus experimentos "científicos".
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La estancia de Mengele en Paraguay está documentada por varios autores, así como en la vecina Argentina, donde se refugió en 1949, si bien fue en Brasil donde encontró su final.
Mengele había muerto en 1979, ahogado en una playa brasileña tras sufrir un infarto cerebral y bajo la identidad de Wolfgang Gerhard, aunque ello no se desveló hasta algo después de la visita de Klarsfeld.
El hecho tampoco fue aceptado por el Gobierno de Israel ni por Klarsfeld, a quien le precedía toda una campaña de descubrimiento y denuncia de nazis, tanto en Europa como en Sudamérica, donde impulsó que Bolivia extraditara a Klaus Barbie a Francia.
Colombino recuerda que no fue hasta 1992 cuando se despejaron las dudas, luego de la prueba de ADN realizada tras la visita a Brasil del hijo de Mengele, que en el pasado había conocido a su padre como su tío.
EL PARAGUAY DE STROESSNER
No obstante ese desenlace, queda la labor de Klarsfeld y la cámara de Keler, que en su escolta fotográfica se encontró con un país preso de una dictadura longeva en el tiempo gracias al respaldo de Estados Unidos.
El propio dictador aparece en una de las fotos, en una marcha en homenaje de los veteranos de la guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia (1932-1935).
Dentro de una serie de estampas de militares, policías y ambiente de atraso y pobreza que, según Colombino, superan el mero fotoperiodismo.
"Él era un fotoperiodista, pero las fotos van más allá de un fotoreportaje, además de ello hay una visión estética, que dice su propia verdad.Hay algo que la propia composición nos está mostrando, más allá del documento", dijo la curadora.
"Toda imagen que nos revela este pasado reciente, que no es cartón piedra, ayuda a la construcción de una memoria", agregó.
Colombino abunda en ese argumento en uno de los textos de la exposición, cuyo título completo es Los pasos perdidos: buscando al Dr. Mengele.
“Estas fotografías son pasos perdidos que ahora se recobran para formar parte de la memoria de nuestro pasado reciente, ese pasado que todavía no se va”.