El estudio de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), que actualiza otro emitido el pasado enero, reduce ligeramente el impacto de la pandemia en las inversiones (entonces se dijo que habían caído un 42 % en 2020) y aumenta unos cinco puntos sus previsiones de crecimiento para 2021.
El pasado año, la inversión extranjera directa en el mundo sumó un billón de dólares, un tercio menos que el billón y medio de 2019, año en el que el indicador se había recuperado ligeramente después de tres años de caídas.
"La inversión cayó a niveles hasta un 20 % más bajos que los peores registrados en la crisis financiera de hace más de una década", analizó, al presentar el informe la secretaria general en funciones de UNCTAD, Isabelle Durant, quien próximamente será relevada por la costarricense Rebeca Grynspan.
Los confinamientos y otras medidas de contención en la pandemia ralentizaron los proyectos de inversión existentes, mientras que las perspectivas de una recesión llevaron a las multinacionales a revaluar nuevos proyectos, analizó el informe.
La caída de la inversión foránea fue más pronunciada (del 58 %) en los países desarrollados, especialmente en Europa, donde el desplome fue del 80 %, mientras que en Norteamérica el descenso fue del 40 %.
LATINOAMÉRICA, LA REGIÓN EN DESARROLLO MÁS CASTIGADA
En las regiones en desarrollo, la más afectada fue Latinoamérica, con una bajada de las inversiones extranjeras del 45 %, mientras que en África el descenso fue del 16 % y Asia fue la excepción en la tónica mundial, ya que allí el indicador subió un 4 %.
Ayudada por el menor impacto de la pandemia en los países asiáticos en 2020, la región se convirtió en un lugar atractivo para los inversores y recibió la mitad de los flujos mundiales de inversión en el pasado ejercicio, destacó UNCTAD.
Por países, Estados Unidos fue, sin embargo, el que atrajo mayor inversión en 2020 (156.000 millones de dólares), aunque China, en segunda posición, recortó distancias y recibió inyecciones extranjeras de capital por valor de 149.000 millones de dólares.
En tercer lugar se situó Hong Kong (territorio chino pero independiente de éste en materia económica y comercial), con inversiones de 119.000 millones de dólares, y otras dos economías asiáticas, Singapur y la India, se situaron en cuarto y quinto lugar (91.000 y 64.000 millones de dólares, respectivamente).
China fue el país desde donde se produjo una mayor salida de inversión, según la UNCTAD (133.000 millones de dólares), seguido de Luxemburgo (127.000 millones de dólares) y de Japón (116.000 millones de dólares).
Aquí, España destacó situándose en duodécimo lugar, con una salida de inversiones por valor de 21.000 millones de dólares el pasado ejercicio, casi idéntica a los 20.000 millones de 2019.
DOS AÑOS PARA RECUPERAR EL TERRENO PERDIDO
La UNCTAD estima que para este año la inversión extranjera aún será un 25 % menor a la de 2019, último año antes de la pandemia.
También subraya que las perspectivas de crecimiento en 2021 y 2022 aún están rodeadas de incertidumbre, ya que dependerán de factores tales como posibles recaídas de la pandemia, el impacto potencial de los planes estatales de recuperación económica en la inversión o las presiones políticas.
Esta incertidumbre "refleja las dudas persistentes en torno al acceso a las vacunas, la aparición de las mutaciones del virus y la reapertura de los sectores económicos", reconoció UNCTAD.
El organismo también vislumbra que la recuperación sea muy desigual, con un incremento fuerte de la inversión foránea en las economías desarrolladas (apoyada por la inyección de fondos públicos a gran escala) y en Asia pero más dubitativo en zonas como Latinoamérica o África.
El informe destacó la profunda caída de la inversión foránea en sectores vitales para lograr los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, ya que en todos ellos la caída fue de doble dígito, salvo en energías renovables, donde el retroceso fue de sólo un 8 %.
En concreto, la caída de la inversión extranjera en infraestructuras bajó un 54 %, la dirigida a agua y saneamiento un 67 %, la de hospitales y otros equipamientos sanitarios un 54 %, la de alimentación y agricultura un 49 %, y la destinada a educación un 35 %.
“Las empresas y los grupos financieros todavía son cautelosos con las nuevas inversiones en activos productivos e infraestructura”, concluyó la responsable de la UNCTAD.