Según un informe de la comisión económica de Naciones Unidas, solo América Latina registró cerca del 28 % de las muertes por Coronavirus a nivel mundial pese a que en su territorio vive apenas el 8,4 % de la población del planeta. Además, la economía latinoamericana se contrajo un 7,7 % y casi tres millones de empresas cerraron en 2020 a causa de la pandemia.
A día de hoy, Brasil sigue siendo el único país del mundo con más de 3.000 muertos al día por esta enfermedad y México se sitúa en tercera posición de fallecimientos y positivos por detrás del gigante sudamericano y de Estados Unidos.
España y Portugal han sufrido también destinos dispares. El primero encara su cuarta ola y es el octavo país del mundo con más casos (más de tres millones) y la cifra de víctimas supera las 75.000. El segundo pasó de ejemplo mundial por su rápida respuesta y allanamiento de la curva de contagios a verse sumido en un semi confinamiento permanente desde Navidad.
Por su parte, Andorra, un pequeño país pirenaico situado entre Francia y España y sede de la Cumbre Iberoamericana, supera los 11.000 casos y el centenar de fallecimientos, en una población de algo más de 77.000 habitantes.
Desde que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia en marzo de 2020, los gobiernos de la región compartieron información sobre el impacto de la enfermedad, sus secuelas, posibles tratamientos y ahora procedimientos y procesos de vacunación.
En reuniones telemáticas, presidentes, organismos financieros internacionales, ministros de sanidad, educación, medio ambiente, turismo o ciencia e innovación se reunieron para acordar políticas públicas comunes en el contexto de la pandemia y pidieron además que las vacunas lleguen a todos los ciudadanos de la región, poniendo el foco en los más desfavorecidos.
LA COOPERACIÓN IBEROAMERICANA, UNA PLATAFORMA PARA EL INTERCAMBIO
El sistema iberoamericano de cooperación Sur-Sur, que se caracteriza por la horizontalidad de los países y la aportación de los mismos más allá de su tamaño, ofreció “mejores herramientas” a Iberoamérica “para responder de manera más efectiva a la crisis”.
Es la opinión de Martín Rivero, responsable del área de Cohesión Social de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), quien recuerda que la salud es el tema que más proyectos acumula en la cooperación Sur-Sur en la región.
Rivero pone de ejemplo la ayuda que Cuba ofreció a Andorra durante la pandemia, a través de varios médicos que se desplazaron desde la isla para formar a personal sanitario.
“Tiene un impacto enorme en su capacidad de respuesta, es posible hacerlo de manera rápida porque existe un sistema iberoamericano pre existente, andamiado y aceitado a partir del cual con un par de llamadas entre las autoridades de cooperación se puede instrumentar una respuesta rápida; si no existiesen estos antecedentes hubiera supuesto meses o igual años”, asegura.
Con el apoyo de la Segib se coordinaron también algunos mecanismos iberoamericanos de cooperación como la Red Iberoamericana Ministerial de Aprendizaje e Investigación en Salud (Rimais) o la de Autoridades Competentes en Medicamentos de los Países Iberoamericanos (EAMI).
EAMI es un instrumento de cooperación entre Agencias o direcciones en Medicamentos de los 22 países Iberoamericanos que se articula como un foro técnico para el intercambio de conocimiento e información y para llevar a cabo acciones comunes que consoliden la calidad y eficiencia de sus actuaciones nacionales.
Desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, miembro de EAMI, aseguran que esta red “ha sido una herramienta de gran utilidad” para la coordinación de los países en cuestiones de medicamentos y tratamientos.
“Precisamente, el objetivo de la Red EAMI en términos generales -pero con más ahínco por la situación sanitaria provocada por la COVID-19- es servir como referencia de profesionales y ciudadanía y garantizar a la sociedad, desde la perspectiva de servicio público, el acceso a medicamentos y dispositivos médicos en la región.
UNA VACUNA QUE LLEGUE A TODOS LOS PAÍSES
Una de las preocupaciones de parte de la comunidad internacional es que las vacunas no lleguen a toda la población porque el precio sea demasiado elevado para ciertas naciones o porque se priorice la vacunación de los países desarrollados.
Según cuenta a Efe Tomás López-Peña, jefe del área de Programas Internacionales de la Red Iberoamericana Ministerial de Aprendizaje e Investigación en Salud (Rimais), varios países de la región han intentado ya que las patentes de los tratamientos sean liberadas, aunque no han conseguido el efecto deseado.
“Costa Rica, que lidera Rimais ahora mismo, ha llevado un movimiento para conseguir que una patente cero que surgiera de la vacunación, se llevó a la OMS, generó sus adeptos pero no se tradujo en nada concreto. Siempre hay países más grandes con otros intereses”, explica.
A su juicio, la región actuó “bien y pronto” para proponer a la comunidad internacional la posibilidad de democratizar la patente “no solo en vacunas sino de toda innovación” para que fuera a una “base común y de ahí se aplicaran en criterio de acceso y distribución más justa”.
En la actualidad, en pleno proceso de vacunación mundial, con los problemas de distribución y la sombra de posibles efectos adversos de algunas fórmulas, López-Peña aboga por la llegada de alguna vacuna nacional de la región que garantizara esos criterios de solidaridad.
“Cada uno está usando las vacunas que llegan con la base de que son bastantes parecidas unas a otras, de lo que se trata es de generar inmunidad, una única vacuna sin duda facilitaría muchos temas en el sentido de compra única, de provisión y los mecanismos de distribución pero si no es posible cada uno acude al mercado”, asume.