El documento, con el nombre “Samaritanus Bonus” (El Buen Samaritano), elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobado por el papa Francisco, establece como “enseñanza definitiva” que la eutanasia “es un crimen contra la vida humana” que no se puede aplicar en ninguna ocasión y circunstancia.
Dirigido a los fieles, sacerdotes, cuidadores y familias, el texto, reitera la posición de la Iglesia católica sobre el tema y se publica como “aclaración moral y orientación práctica” para todos los creyentes.
“La eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva”, reza el texto.
Dedicado al acompañamiento de las personas al final de su vida, el texto recuerda a quienes han decidido recurrir a la eutanasia o al suicidio asistido que no podrán recibir los sacramentos, ni la absolución, ni la unción de los enfermos.
Sin embargo, la Congregación para la Doctrina de la Fe, guardiana del dogma, advierte sobre la necesidad de evitar el uso de “tratamientos desproporcionados y deshumanizantes” gracias a las nuevas tecnologías.
“La renuncia a medios extraordinarios y/o desproporcionados no equivale al suicidio o la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la condición humana frente a la muerte”, aclara.
La congregación precisa además que esa renuncia “también significa una forma de respeto de la voluntad del moribundo” expresada a través de directivas anticipadas.
La Santa Sede decidió “aclarar” su doctrina sobre el final de la vida debido al debate en varios países sobre ese tema, entre ellos España y Colombia, uno de los cinco países del mundo que permiten legalmente la eutanasia y el único en Latinoamérica.
“Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia”, advierte la Santa Sede.
La Iglesia católica considera “gravemente injustas” las leyes que legalizan la eutanasia y el suicidio asistido y rechaza el principio de que la muerte es digna porque ha sido elegida.
“Aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”, sostiene el documento vaticano.