Ondeando banderas blanca y rojo -colores del movimiento-, la multitud estaba reunida en la plaza de la Independencia y en calles aledañas, gritando lemas como “¡libertad!”.
Medios de prensa y cuentas en Telegram vinculados a la oposición calculaban más de 100.000 manifestantes en la capital bielorrusa.
Denuncian la reelección de Lukashenko, considerada fraudulenta, el 9 de agosto, así como la brutal represión que hubo a continuación.
"Si realmente ganó las elecciones (con el 80% de los votos), entonces, ¿por qué tanta gente está saliendo a las calles a manifestarse contra él?", pregunta Ievgeni, un joven de 18 años.
Lukashenko "quiere que todos se dispersen y vivan como antes (de la votación). Pero nada nunca volverá a ser igual", insiste por su parte Nikita, de 28 años.
Las cadenas de Telegram, cercanas a la oposición, informaron sobre manifestaciones en varias otras ciudades del país.
La semana pasada en Minsk, más de 100.000 personas se concentraron para exigir la partida de Lukashenko, quien, en 26 años ejerciendo el poder, nunca se había enfrentado a tal desafío, tanto en número de manifestantes como en la duración.
El presidente bielorruso, que gobierna su país con mano de hierro, descarta abandonar el cargo, tal como pidió su principal rival en la consulta del 9 de agosto, Svetlana Tijanovskaia.
Poco después de las presidenciales, esta última se exilió en Lituania, tras ser amenazada de acuerdo a personas de su entorno.