Luego de sonar una emotiva canción popular catalana, varias decenas de familiares de las víctimas, en silencio y vistiendo mascarillas, depositaron claveles blancos en las Ramblas de Barcelona. En la breve ceremonia, donde se guardó la distancia de seguridad por el covid-19, un puñado de autoridades regionales y nacionales, entre ellas el presidente regional catalán, Quim Torra, y el ministro español de Sanidad, Salvador Illa, colocaron a su vez flores en la turística vía de la capital catalana.
Allí, el 17 de agosto de 2017, Younes Abouyaaqoub arrolló con una furgoneta a gran velocidad a los paseantes, matando a 14 personas. Luego mataría a otro joven en su huída de la policía, que finalmente lo abatió cuatro días después.
En la madrugada del 18 de agosto, otros cinco miembros de la célula yihadista atropellaron y acuchillaron a varios transeúntes en Cambrils, matando a uno de ellos, antes de ser abatidos. En total, el doble atentado dejó 16 muertos y 140 heridos.
Tres personas serán juzgadas en una fecha próxima aún por definir por los hechos: Mohamed Houli Chemlal, sobreviviente de una detonación accidental en la casa donde la célula preparaba explosivos; Driss Oukabir, que alquiló la furgoneta del atropello múltiple en las Ramblas; y Said Ben Iazza, que colaboró con la célula. La fiscalía pide 41 años de cárcel para Houli Chemlal, 36 años para Oukabir y 8 años para Ben Iazza.
La célula buscaba perpetrar atentados con explosivos en objetivos como la torre Eiffel o los estadios del FC Barcelona y del Real Madrid, pero la explosión accidental de su arsenal, que mató al líder de la célula, el imán Abdelbaki Es Satty, la llevó a improvisar los ataques en Barcelona y Cambrils.