Más allá del desenlace —polémico por mostrar un inodoro atascado en su último episodio— lo cierto es que Carrie Bradshaw trascendió la trama para convertirse en un fenómeno cultural y, sobre todo, en un ícono de la moda.
Manolos, tutús, abrigos de diseñador y hasta el arte de mezclar piezas imposibles fueron parte de la revolución estética que definió a la serie desde 1998.
En el capítulo final, Carrie se enfrenta a la soledad sin dramatismos: tras borrar un epílogo complaciente que la obligaba a “terminar con un hombre”, escribe que la verdadera conclusión es aprender a estar consigo misma. La escena, acompañada de la música de Barry White y el tema clásico de la serie, muestra a una Carrie bailando sola en su apartamento, en paz con su destino.

El cierre de And Just Like That confirma que Carrie Bradshaw no solo fue una protagonista televisiva: fue un símbolo de independencia femenina, contradicciones amorosas y estilo inconfundible. Aunque el final divida opiniones, Sarah Jessica Parker deja atrás un personaje que cambió para siempre la forma de contar historias de mujeres en la pantalla y que convirtió cada salida de Nueva York en una pasarela internacional.
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