Maggie Leri: un desafío a los propios límites

El título no podía ser otro. Brava nació mucho antes de transformarse en palabras impresas. Nació como una necesidad vital, un susurro que creció en la mente y el corazón de su autora, Maggie Leri, hasta convertirse en una voz que ya no podía callarse.

Maggie Leri, coach, escritora y deportista apasionada.
Maggie Leri, coach, escritora y deportista apasionada.

Coach, escritora y deportista apasionada, Maggie no solo desafía al dolor físico y emocional que le trajo la esclerosis múltiple, sino que se atreve a exponerlo, a contarlo y a convertirlo en un puente que conecta con otras personas que también transitan momentos oscuros.

Brava no es solo un libro. Es, en palabras de Maggie, “una autobiografía con sentido colectivo”.
Brava no es solo un libro. Es, en palabras de Maggie, “una autobiografía con sentido colectivo”.

Brava no es solo un libro. Es, en palabras de su autora, “una autobiografía con sentido colectivo”. Parte de su propia historia, tejida con cicatrices y resiliencia, para ofrecer un mensaje que late en cada página: por más roto que uno se sienta, siempre es posible volver a construirse. “La emoción central es la esperanza”, nos dice Maggie, con la certeza de quien ha vivido en carne propia la fragilidad, el miedo y el renacimiento.

De la intimidad a la palabra compartida

Maggie Leri empezó a escribir de niña. “Lo hacía en silencio, como quien deja escondidas piedritas para no perderse”, recuerda. Durante años, la escritura fue un espacio íntimo, un lugar seguro donde procesar emociones y preguntas. Hasta que, un día, ese refugio se transformó en misión. “Sentí que ya no alcanzaba con escribir para mí. Si algo de lo que viví podía ayudar a otros, entonces tenía que sacarlo a la luz”.

Así fue germinando Brava: no como un acto narcisista, sino como un gesto de entrega. “Es un puente”, insiste. Y como todo puente, conecta orillas que parecen lejanas: enfermedad y salud, dolor y belleza, caída y renacimiento.

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Hace más de diez años, Maggie recibió un diagnóstico que cambió su vida: esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune y neurodegenerativa. El pronóstico era sombrío. Pero ella eligió no entregarse. Encontró en el deporte un aliado poderoso para retrasar el avance de la discapacidad, y en la escritura, una manera de resignificar su experiencia.

El libro atraviesa los temas más duros de su historia: el dolor físico, los abusos, las pérdidas. Pero también celebra lo que la sostiene: el amor, la fortaleza mental, la capacidad de volver a empezar. “Mostré mis cicatrices, no para que me aplaudan, sino para que alguien más se anime a mirar las suyas sin vergüenza”, confiesa.

Una voz honesta y poética

El estilo literario de Maggie Leri es directo, emocional, poético pero sin excesos. No busca adornar, sino atravesar. Su lectura resulta cercana porque escribe desde la verdad, sin pretender gustar ni impresionar. “Me gustan los autores que no temen mostrarse rotos, humanos, reales. Esos que no buscan gustar, sino conectar”, explica.

Entre sus influencias nombra a Joyce Carol Oates, Isabella Hammad, Elvira Sastre, Arundhati Roy, Jeanine Cummins, Karl Ove Knausgard, Lucía Berlin y Alejandro Palomas, a quien destaca por su “ternura feroz” y su honestidad narrativa. De todos aprendió algo: que se puede hablar del dolor sin perder la belleza.

Exponer las propias heridas es incómodo, admite. Pero también es necesario. “La vulnerabilidad no es debilidad. Es verdad. Y cuando compartís desde ahí, tocás al otro de una forma que no se olvida”. Esa autenticidad es quizás lo que hace que Brava resuene tan fuerte entre sus lectores. Cada persona encuentra algo distinto en sus páginas, y muchas se animan a contar sus propias historias después de leerlas.

“Deseo que el lector se encuentre a sí mismo”, dice Maggie. “Que vea que no está solo. Que hay formas de volver a empezar, incluso después de romperse por dentro. Que al leer Brava, le den ganas de abrazarse un poco más”.

Un acto de sanación

Más allá de su impacto público, Brava también significó un proceso de liberación personal. “Este libro me permitió despedirme de versiones de mí que ya no necesitaba. Y darle voz a otras que habían estado silenciadas”. Fue, al mismo tiempo, un acto de sanación y de coraje. Porque para contar ciertas cosas hace falta mucho más que talento: hace falta valentía.

Hay una frase que Maggie repite cuando el miedo aparece: “Un nado sincronizado de una mente loca perseguida por nadie”. Resume con humor y lucidez cómo, muchas veces, el mayor peligro no está afuera, sino en la manera en que nos hablamos a nosotros mismos.

Lejos de quedarse quieta, Maggie ya está trabajando en nuevos proyectos. Tres, en particular: una versión infantil de Brava, una segunda parte que continúe la historia y una guía práctica con herramientas que la ayudaron a sanar física, emocional y espiritualmente. “Me gustaría que este libro deje como huella que se animen a mirarse con menos juicio y más amor”, explica. “Que comprendan que lo que nos pasa no nos define…, pero lo que hacemos con eso sí”.

El poder de la actitud

Más allá de la escritura, Maggie sostiene su lucha diaria contra la esclerosis múltiple a través del deporte. La actividad física se ha convertido en su forma de resistencia y también de esperanza. Su mensaje es claro: luchar, no rendirse, ponerle una actitud diferente a la enfermedad. “Pido a las personas que no se entreguen”, afirma.

Ese mensaje cobra especial fuerza viniendo de alguien que convive cada día con una enfermedad crónica. Porque no se trata de negar el dolor, sino de elegir qué hacer con él. En las páginas de Brava queda claro: podemos convertir el sufrimiento en algo que trascienda lo individual, algo que inspire y acompañe a otros.

En un tiempo donde las redes sociales suelen mostrar solo versiones idealizadas de la vida, leer un relato tan honesto resulta casi un acto de rebeldía. Brava es un recordatorio de que la perfección no conmueve, pero la verdad sí.

Un testimonio que inspira

El mayor valor del libro no está solo en la historia que cuenta, sino en cómo está contada: con ternura, con coraje y con un profundo respeto por la experiencia de los demás. Porque, aunque parta de lo personal, Brava habla de algo universal: el miedo, el dolor, la pérdida, pero también el amor, la resiliencia y la esperanza.

En palabras de su autora, “todo está en tu cabeza. Pero también está en tu corazón. Y en tus manos”. Un mensaje simple, pero poderoso, que recuerda que siempre tenemos algo para hacer, incluso cuando parece que no queda nada.

Maggie Leri se atrevió a contar su historia. Y en ese gesto, no solo encontró su propia voz, sino que les dio voz a muchos que, tal vez, no se animaban a hablar. Esa es, quizás, la mayor victoria de Brava: demostrar que compartir nuestras cicatrices no nos hace más débiles, sino más humanos.

Al cerrar el libro, uno no solo conoce a Maggie. Se conoce un poco más a sí mismo. Y entiende que ser valiente no es no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él.

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