Más de 220.000 millones de dólares. Ese es el patrimonio de Jeff Bezos, fundador de Amazon. Aunque la razón por la que está ahora mismo en boca de todos no es su fortuna, sino su boda con Lauren Sánchez que tendrá lugar en apenas unos días en una de las ciudades más románticas del mundo: Venecia.
Una ceremonia cuyos beneficios para la ciudad italiana, según el alcalde Luigi Brugnaro, “se cifrará en millones de dólares”, tal y como dijo al periódico Corriere della Sera, aunque advierten que “hay muchas ‘fake news’ y especulaciones en torno al evento”.
Lea más: Así fue la despedida de soltera de Lauren Sánchez, prometida de Jeff Bezos
De niño prodigio un multimillonario
Jeffrey Preston Jogernsen nació el 12 de enero de 1964 en Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos, aunque creció en Houston (Texas). Hijo de Jacklyn Gise y Ted Jorgensen (del cuál nunca supo nada), fue adoptado por su padrastro Miguel Bezos, de origen cubano, y de ahí su apellido.
Ya desde pequeño, mostró un interés especial por la tecnología, montando una alarma eléctrica para impedir que sus hermanos pequeños entraran a su habitación. Una vocación que fue creciendo, hasta que en 1986, Bezos se graduó con honores en Ciencias de la Computación e Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Princeton.
Bezos fundó Amazon en 1994, aunque lo hizo como una librería online llamada “Cadabra.com”. A partir de ahí, el resto es historia: de la irrupción del Kindle como lector digital a la transformación de Amazon en un “mercado” sin rival.
A su vez, Jeff Bezos se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo, una clasificación en la que sigue presente. Y, además de Amazon, es propietario de The Washington Post y la empresa aeroespacial Blue Origin.
En cuanto a su vida personal, Bezos estuvo casado durante 25 años con MacKenzie Scott, con quien tuvo cuatro hijos. Se divorciaron en 2019 con un acuerdo por el que Mackenzie adquirió algunas acciones de Amazon, convirtiéndose en una de las mujeres más ricas.
Poco después inició una relación con Lauren Sánchez, con quien anunció su compromiso en 2023 en un viaje en yate por la Costa Azul. El anillo de pedida, de 20 quilates, está valorado en más de 2,5 millones de dólares: “Creo que me desmayé un poco cuando abrí la caja”, dijo la futura señora Bezos a la revista Vogue.
Lea más: Jeff Bezos ya prepara su boda con Lauren Sánchez
Una boda histórica
La boda tendrá lugar del 24 al 26 de junio de 2025 en el islote de San Giorgio Maggiore, a bordo del megayate Koru (valorado en 500 millones de dólares), de acuerdo con la revista People, y hay unos 200 invitados (aunque no se sabe si todos han confirmado asistencia).
Entre ellos, destacan nombres célebres como Bill Gates, Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian, Eva Longoria, Katy Perry, Oprah Winfrey, Orlando Bloom, Ivanka Trump o la reina Rania de Jordania. Y, de acuerdo con el alcalde Brugnaro, “Venecia está preparada para recibirlos sin alterar la vida cotidiana de residentes y turistas”.
Paul Sánchez, hermano de la novia, declaró al portal TMZ que “será como la boda de Lady Di”. Una boda que durará tres días y que tiene un presupuesto en torno a los 10 millones de dólares.
Sin embargo, aunque la cifra pueda sonar grande, realmente es “calderilla” para la fortuna de Bezos y, de hecho, según una fuente al Daily Mail, la celebración “ha sufrido una reforma” y se han rebajado tanto los costos como la lista de invitados, debido a las críticas ante la “ostentosidad” del evento.
En cuanto a la novia, Lauren Sánchez, nació también en Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos, el 19 de diciembre de 1969. Conocida por su trabajo como reportera, tiene su propia fortuna personal (aunque mucho menor que la de su futuro esposo), estimada en 30 millones de dólares.
Y es que otro aspecto clave de la unión entre Jeff y Lauren es el acuerdo prenupcial que, según el Daily Mail, protege los intereses del magnate y la fortuna adquirida antes del enlace, distribuida entre las acciones de sus empresas y sus múltiples propiedades de lujo, e incluye una cláusula para evitar reclamaciones en el futuro.
Pero ningún contrato parece eclipsar la felicidad de los futuros marido y mujer, cuyas campanas de boda sonarán inminentemente sobre las aguas de la ciudad de las góndolas.