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Para que nuestras ollas y sartenes de hierro fundido nos duren realmente toda la vida en perfectas condiciones, solo tenemos que tener algunos cuidados básicos con ellas.
Las ollas, sartenes y planchas de hierro fundido son esos utensilios que pasan de generación en generación, por su gran resistencia y versatilidad, pero también pueden causar frustración. Suelen ser piezas únicas, sin uniones ni mangos separables ni más partes desmontables o unidas posteriormente.
Las ollas y sartenes de hierro son pesadas, pero cocinan de maravilla todo tipo de alimentos. Se pueden usar sobre el fuego de la cocina de gas, en vitrocerámica o inducción, en interior o exteriores, dentro del horno o sobre brasas. Se calientan rápidamente, transmiten y conservan muy bien el calor, y aguantan altas temperaturas.
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Recordemos que son de puro hierro, no tienen ningún recubrimiento en la parte interior; son piezas sin teflón ni otras sustancias antiadherentes. Las propiedades antiadherentes se obtienen del propio material, siguiendo un pequeño paso de curación y cuidados, que evitará también la oxidación. Estos son los cuidados básicos y los errores más comunes a evitar si queremos sacar todo el partido a nuestros utensilios de hierro.
Errores frecuentes a evitar si queremos mantener intactas las ollas de hierro
1. No hacer una primera curación. Algunas ya vienen con un tratamiento de engrasado inicial para poder usarlas directamente, pero siempre es aconsejable hacer una primera curación en casa. El curado protege la sartén y crea esa película antiadherente que nos permitirá cocinar sin problemas.
Se trata de engrasar generosamente toda la superficie con aceite vegetal (de girasol), incluyendo mango, agarraderas y la parte posterior. Es más fácil con papel de cocina. Colocar la sartén boca abajo sobre una rejilla en el nivel intermedio del horno, y hornear durante 1 h a 200 °C.
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Luego, apagar el horno y dejar enfriar por completo, al menos 3 horas. Retirar los posibles restos de suciedad con un papel de cocina. A partir de este momento, ya podemos usarla.
2. Cocinar aplicando una fuente de calor demasiado grande. Estos utensilios nos permiten gastar menos energía si tenemos un mínimo de paciencia para esperar a que se calienten, no tiene sentido usar el fuego más grande de la cocina o usar la potencia máxima.
3. Usar utensilios afilados para cocinar. El hierro es muy resistente, pero tampoco queremos tentar a la suerte removiendo la comida con tenedores o cuchillos afilados que, además, se podrían estropear.
4. No limpiarlos después de cada uso. Es aconsejable adquirir la rutina de limpiar pronto los utensilios una vez que hemos terminado de cocinar.
5. Dejarlos en remojo. El hierro no se lleva bien con el agua; lo oxida rápidamente. Por lo tanto, jamás hay que recurrir al truco de poner el recipiente sucio en remojo y mucho menos, con un detergente antigrasa.
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6. No secarlos bien. El hierro se oxida: nunca hay que olvidarse de escurrir y secar muy a conciencia.
7. No renovar la capa de grasa. Con el tiempo, puede que nos podamos saltar este paso si los usamos con frecuencia, pero nunca está de más volver a engrasar con aceite toda la sartén, olla o plancha de hierro.
8. Olvidarse de engrasar la parte externa. La única excepción son las sartenes de hierro vitrificado, que no las necesitan.
9. Meterlos en el lavavajillas. Nunca. Siempre se limpian a mano.
10. Guardarlos de cualquier manera. Hay que mimar nuestros utensilios de cocina también en el almacenaje: en orden, sin apilar, con protectores entre una sartén y otra (si las apilamos), y en un lugar limpio, sin humedad ni fuentes de calor y sin polvo.
Los utensilios de hierro fundido son muy apreciados para todo tipo de recetas, sobre todo las que combinan el fuego con el horno. Usándolos bien, nos darán muchas y deliciosas alegrías durante años, sin olvidar que lucen muy bonitos. Pueden ser también un gran regalo para cualquier aficionado a la cocina.