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El otoño nos da una gran ventaja porque la humedad y el clima fresco permite la proliferación de las lombrices, esos pequeños gusanos con quienes debemos tener una relación cuasi amorosa para asegurarnos una tierra llena de nutrientes para las plantas a través del humus, que no es otra cosa que la descomposición de desechos orgánicos como restos de frutas y verduras, hojas, pasto cortado, cáscara de huevos, etc.
Para atraer a esos animalistos a nuestro jardín y darnos una manito en el cuidado de las plantas, debemos evitar en lo posible utilizar químicos en el suelo, como los agroquímicos, insecticidas, jabón en polvo y lavandina diluidos en agua, etc.
En lo posible, se debe apartar un rincón del patio, fresco y sombreado, para montar una compostera la cual debe contar con apenas unas paredes que sostengan los desechos vegetales y cáscaras de huevo.
Si no se tiene un patio, basta con comprar o buscar un recipiente reciclado de unos 15 litros de capacidad para depositar allí todos aquellos desechos señalados. Durante la descomposición de la materia orgánica, se libera un líquido que se denomina lixiviado, el cual es abono líquido para las plantas.
Existen además viveros que venden bolsas de humus listos para ser usados, lo que implica un gasto extra, que se puede ahorrar teniendo una compostera.
En el país existen propiedades cuyos terrenos fueron elevados con restos de escombros. En estos casos, es preferible comprar las lombrices y depositarlas en la compostera para que hagan su trabajo. Las lombrices aceleran la descomposición, y permiten tener disponible en poco menos de dos meses el humus.
Es importante saber que las lombrices no soportan mucho calor y mucha humedad, es por estas razones que la compostera debe estar en la sombra, en un lugar aireado y contar con un buen drenaje.
Los vegetales de hoja, especias y tubérculos necesitan que la tierra sea oxigenada, es decir que tenga burbujas de aire que permitan el crecimiento libre de las raíces y que a su vez sostengan a la planta aferrada al suelo.
Es por eso que la tierra roja no es la ideal para este tipo de cultivos por lo arcillosa que se torna cuando hay mucha humedad y lo sólida que puede volverse durante la sequía.
Es recomendable mezclar tierra roja, con un poco de arena suelta y mucho de humus para tener un suelo fértil. Por cada parte de tierra roja o arena, se debe agregar cuatro partes de humus.
A medida que la planta vaya creciendo, se le agrega más humus y tierra para tapar las raíces que se puedan desarrollar por encima de la superficie sobre la que estén creciendo.
